Y cuando desperté, la narrativa seguía ahí

Por Héctor Llerena1

La conocida teoría de la oposición lopezobradorista ha resultado probada: el enemigo más dañino de AMLO es él mismo. Tras varios días postelección, una de las conclusiones claras es que la narrativa del presidente fue un elemento central que movió al electorado, a favor y en contra.

Calificar como perdedora o ganadora la elección para él, se da según la acera donde uno circule en el boulevard de los Sesgos Cognitivos. Sin embargo, es claro que la narrativa del presidente desde hace rato tiene destinatarios claros…solo que no habíamos salido a votar.

Hoy solo especulando o teoriconspirando, podemos saber si esta intención de segmentar fue intencional y calculada, o es simplemente un caso de daños discursivos colaterales. Si lo pensamos como un resultado -haigasidocomohaigasido-, hoy el presidente ya tiene definido en precisos mapas electorales donde está su audiencia incondicional. Ese público que, a partir de la esperanza de la tierra prometida que sus relatos justicieros esbozan muy eficientemente, aprobará todo lo que parezca que conduce al sendero iluminado, justificará devaneos, explicará giros que parecen retrocesos y perdonará deslices, porque a la luz de la esperanza, “ellos no son iguales a los de antes”. Acá sólo me queda citar a Marcel Proust: “vivir bien implica tratar de mantener siempre un trozo de cielo azul encima de la cabeza”.

¿Que este segmento esperanzado sólo es la mayor de las minorías? Es cierto, y aunque el presidente lanza por delante su optimismo resiliente, y dice que no hay nada que no se pueda potenciar con la dosis necesaria de negociación política con el PRI. Al tiempo.

Hoy el presidente ya tiene filtrada y ubicada a su base de apoyo incondicional, y la oposición, identificado al segmento de quienes hoy comparten con ella sus fobias. Si proyectáramos que lo que veremos en el corto plazo es una lucha narrativa aún más combativa y polarizante de ambas partes, el resultado mantendría el score que hoy tenemos.

Para mover la balanza, planteo dos posibles escenarios:

  1. Que el presidente ondeara una nueva bandera transformadora que genere la convocatoria a quienes lo rechazan en sus como y salieron a quitarle su aval el 0606, pero que siguen coincidiendo en los qué y su personaje, para lograr reintegrarlos al redil morenista rumbo al 2024, mientras que trabaja en la negociación política de sus alianzas para tener mayoría legislativa. La oposición, por su cuenta, desarrollaría un plan para seguir criticando al gobierno, unirse y competir a partir de este eje.
  1. Que el presidente no solo no suavice su discurso ni sus decisiones polémicas, y que más bien lo endurezca más y las intensifique para mantener a su base activa, a sus opositores conteniendo y contrastando, mientras negocia políticamente con sus posibles aliados, y desincentiva con presiones a los posibles aliados de sus opositores, al tiempo que la oposición renueva sus pactos de coalición, unifica sus líneas de contención y crítica al presidente, y sobre todo, construya la maqueta mental de país, para ofrecer como alternativa emocional a sus públicos, cree un relato de ello, y defina quien o quienes personificarán la narración.

Al final veremos si la narrativa del presidente seguirá siendo la exclusiva para comprarla o rechazarla, y si ésta, finalmente, llega a tener una alternativa suficientemente poderosa y bien dirigida, para que la oposición deje de ser sólo el espacio donde cae el rechazo, y se convierta en un sueño alternativo, poniéndole “el trozo de cielo azul encima de la cabeza” a muchas y muchos que hoy -aspiracionistamente- también buscan tener aunque sea, un poco de esperanza.


1 Analista y consultor en temas de comunicación pública.

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Departamento de Difusión del IIS-UNAM

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