En la actual alternancia, no hay ninguna culminación de las demandas de los jóvenes rebeldes del 68

Festival cultural en el marco de la toma de protesta del presidente de México Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo, Ciudad de México, 1 de diciembre de 2018. Foto: Miguel Pantaleón/OllinPix

En 1968 los jóvenes dejaron de ser una categoría biológica y se convirtieron en una categoría cultural


“Para un joven de hoy, el movimiento y la matanza del 68 son acontecimientos muy lejanos, acaso han oído mencionar a sus padres, abuelos y maestros. Quizás los más estudiosos leyeron sobre ello, se trata de un suceso mítico del pasado muy lejano”, afirmó Roger Bartra, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La alternancia y el 68

El 68, en tanto suceso mítico, mencionó Bartra, se ha intentado retomar para explicar la situación actual del país, siendo así el ingreso del nuevo gobierno una manera de retomar los ideales del movimiento. No obstante, no hay ninguna culminación de las demandas de los jóvenes rebeldes del 68, sino “hay un intento de volver a los años sesentas, parece tener el nuevo gobierno un tono populista del tono priista, parece el regreso a la parte odiosa y terrible de Díaz Ordaz, de López Mateos, no de los jóvenes rebeldes del 68″.

Fracaso político y victoria cultural

Podemos ver desde la actualidad el año 1968 como un lugar común de diferentes perspectivas y estudios históricos, políticos, económicos y socioculturales, sin embargo, con la matanza de los jóvenes mexicanos el 2 de octubre y el incumplimiento de sus demandas, podemos afirmar que el movimiento político fracasó. Sin embargo, en el ámbito cultural fue un parteaguas para cambios importantes en la sociedad mexicana, coincidieron Roger Bartra y Juan Villoro, escritor y miembro de El Colegio Nacional (ECN).

“El fracaso político del 68 tuvo un eco contracultural, en donde se cambiaron métodos de estudio, surgieron nuevos planes universitarios, cambió el trato entre universitarios y maestros, surgieron otro tipo de universidades”, expresó Villoro. A ello, Bartra complementó que “algo que nos unía en el 68 a los jóvenes era la actitud rebelde, rijosa, heterogénea, que implicaba nuevas maneras de consumir, de leer, de criticar, de divertirnos, de hacer política, de hacer el amor”.

En este sentido, los jóvenes tomaron un papel importante en la sociedad, se volvieron actores políticos y transformaron la manera en la que se veía y concebía su actuación en la vida cotidiana. Es decir, “hubo trasformaciones culturales que tienen que ver con el legado del 68, los jóvenes dejan de ser una categoría biológica y pasan a ser una categoría cultural”, aspecto que se conserva en la actualidad a diferencia de sus demandas, afirmó Villoro.

El cambio cultural, aunque no fue del todo fundamental, generó nuevas formas de acción de la población mexicana en el ámbito urbano, dado que, estos cambios surgieron a partir del diálogo entre las sociedades de urbe y la clase media, no entre clases bajas ni entre población de zonas rurales, explicó Villoro.

Estas reflexiones se llevaron a cabo durante el cierre de ciclo de mesas redondas Las ciencias sociales ante el 68, coordinado por Miguel Armando López Leyva, director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y Silvia Inclán, investigadora de dicha institución.


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