Cambio climático: ¿de verdad se nos hace más fácil aceptar el fin del mundo que el fin del capitalismo?

El día 27 de noviembre el Programa de Investigación Nacional en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM, organizó la última sesión de 2018 de su seminario mensual para reflexionar sobre el informe especial elaborado por el Grupo o Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su acrónimo en inglés).

El informe especial –un documento de 792 páginas en inglés (descargar aquí el comunicado de prensa en español), elaborado por 91 autores de 44 ciudadanías y 40 países de residencia–, se dio a conocer el día 8 de octubre de 2018, y proporciona más evidencias de los efectos del cambio climático ya observables, y las proyecciones para los próximos años. El documento está dirigido a tomadores de decisiones que están reunidos en estos días (del 3 al 14 de diciembre de 2018) en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en Polonia (COP24). Sin embargo, su contenido no tiene por qué quedarse solo en las manos de los expertos, ya que los resultados de las investigaciones científicas sobre la que se fundamenta este reporte muestran que es necesaria una acción urgente para enfrentar el cambio climático, y que tanto la inacción como la acción tendrán impactos importantes en la vida de todos los habitantes del planeta (humanos y no humanos).

El informe, inicialmente elaborado para mostrar la diferencia entre los efectos de un aumento de temperatura global media de 1.5º y 2º centígrados en comparación con la época preindustrial (1850-1900), es riquísimo en detalles sobre los impactos ya observables y las proyecciones a futuro. Por ejemplo, muestra cómo los corales podrían desparecer por completo de los océanos con un aumento de temperatura de 2º, mientras que podríamos conservar hasta un 30% si conseguimos pararnos a 1.5º.

¿Qué es lo que nos dice este documento, en pocas palabras?

Primero, nos dice que ya estamos viviendo los efectos de un aumento de temperatura global media de 1º centígrados en comparación con la época preindustrial (1850-1900). Eso significa que el cambio climático antropogénico, es decir, causado por la actividad humana, existe y ya estamos viviendo sus efectos.

Segundo, nos dice que un aumento de 2º centígrados tendrá efectos peores que un aumento de 1.5º centígrados. Eso parecería poder darse por descontado, pero lo que pone en evidencia es que la decisión de actuar o no, para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, puede tener un impacto, es decir, la gravedad de los impactos y consecuencias del cambio climático van a depender de lo que hacemos desde ahora.

Tercero, nos dice que podemos llegar a un aumento de 1.5º medios globales para 2030, en 12 años. De allí los titulares en la prensa internacional y el llamado a actuar desde organizaciones civiles, refiriéndose a los 12 años para evitar la catástrofe.

Cuarto, nos dice que, aunque conseguiríamos no emitir gases de efecto invernadero desde ahora, vamos a sufrir algunos efectos, como la subida de los niveles de los océanos, porque hay mecanismos que ya se han desencadenado y que no se pueden parar. Aún así, si la humanidad lo decidiera y actuara desde ahora, las futuras generaciones podrían vivir en un planeta como hoy lo conocemos, y no en algo desconocido, más hostil, con más eventos climatológicos extremos, con más desastres resultados de estos eventos, más incendios, más contaminación, más desigualdad en el acceso de los recursos y en los impactos, más hambruna, más enfermedades relacionadas con estos impactos, menos especies vegetales y animales, etc.

El informe deja claro que si no se llevan a cabo “cambios sin precedentes”, “urgentes” y “rápidos”, las futuras generaciones no conocerán el mundo como ahora lo conocemos, pero es solo una parte del problema.

¿Qué es lo que no dice este documento?

Los cambios sin precedentes que hay que generar para evitar calentar el planeta más de 1.5º, como dice el mismo informe, van a enfrentar dificultades por barreras económicas, institucionales y socio-culturales. ¿Qué significa eso? Que hay mucha resistencia al cambio, pero no al cambio climático, sino al cambio social.

Los cambios que se necesitan para enfrentar el cambio climático son tan profundos que impactarán la vida de todos, pero los que detienen mayores privilegios, riquezas y poder tienen mayor responsabilidad porque al no actuar, para no renunciar a sus privilegios, riquezas y poder, están demostrando estar dispuestos a que todos los demás seres vivos sufran los impactos del cambio climático, sabiendo además que serán los más vulnerables los que serán más afectados.

No sorprende entonces de que el informe especial no menciona nunca las palabras capitalismo o neoliberalismo, ni menciona la necesidad de un cambio cultural, para poder llevar a cabo estos cambios sin precedentes. Hablar de cambios de actitudes y de estilo de vida, como se hace en el informe, es importante y alerta sobre lo que presupone enfrentar el cambio climático desde nuestras vidas cotidianas, pero refleja la tendencia neoliberal de atribuir los cambios a la voluntad (y los sacrificios) llevados a cabo de manera individual, y no generar cambios sistémicos y colectivos. El cambio cultural del que no habla el informe especial, presupondría cambios en las ideas, los valores y las prácticas que caracterizan el actual sistema de desarrollo.

Un cambio cultural también presupondría un cambio en la manera de sentir, enfrentando la impotencia, la culpa, el miedo que puede generar un problema como el cambio climático (Poma, 2018), poniendo en discusión la manera de estar en el mundo que ha caracterizado la humanidad, por lo menos, en los dos últimos siglos. Ese cambio cultural presupondría promover la solidaridad y la empatía con las personas más vulnerables y las generaciones venideras, en lugar del egoísmo. Presupondría también promover la compasión hacia los animales amenazados por el cambio climático y sus efectos, y la preocupación por las especies que desaparecen, en lugar de la insensibilidad y crueldad. En fin, enfrentar el cambio climático, de verdad, yendo a la raíz del problema, presupondría ponernos en discusión y pensar si nuestro estilo de vida merece tanta destrucción, o si podemos encontrar maneras de ser felices sin generar tanto sufrimiento y devastación.

Movimientos de esperanza

Estamos en un momento crucial para la humanidad, tenemos el conocimiento para saber lo que estamos provocando, pero todavía no está claro si queremos actuar para evitar todo esto, porque hasta ahora lo que se ha hecho ha sido insuficiente. Más de treinta años de diplomacia climática, leyes, acuerdos, etc., no han evitado que las emisiones de gases de efecto invernadero sigan subiendo y acelerando el cambio climático. Pero quiero pensar que todavía hay esperanza, ya que mucha gente en todo el mundo está pidiendo respuestas más efectivas. Por ejemplo, el día 8 de septiembre de 2018 miles de manifestaciones y eventos fueron organizados en más de 100 países, como parte de la campaña “Rise for climate” (“Levántate/En pie por el clima”) en ciudades como Madrid (foto 1), Lima, París, Sao Paolo, San Francisco, donde miles de personas marcharon para expresar su descontento con la actual respuesta global al cambio climático.

Foto 1

Aún más recientemente, en Londres, un movimiento que se denomina “Extintion” (Extinción) empezó jornadas de rebelión ocupando puentes y marchando en la plaza del parlamento para pedir acciones urgentes frente al cambio climático (foto 2).

Foto 2

La movilización de la población en todo el mundo es una señal de esperanza frente a la catástrofe que se vislumbra, y aunque lo “movimientos climáticos” (climate movements, en inglés) tienen una participación reducida, no son las únicas fuentes de esperanza. Solo en México hay más de cuatrocientos conflictos socioambientales que luchan en contra de proyectos que amenazan el medio ambiente y la vida de sus habitantes, que junto con los miles de ciudadanos que están promoviendo estilos de vida más sostenibles, muestran la existencia de ideas, emociones y valores que permiten una relación diferentes con el medio ambiente. No todo está perdido, entonces, pero sí nos queda el gran desafío de cómo generar conciencia acerca del impacto que tenemos en el medio ambiente, sin generar miedo, culpa o impotencia, sino esperanza y entusiasmo, con el objetivo de crear alternativas que sumadas puedan tener un impacto positivo tanto en el medio ambiente como en las vidas de la mayoría de la población. El cambio climático puede verse y sentirse como algo lejano, incomprensible o aterrador, pero también como una oportunidad para cambiar el rumbo y construir algo diferente, y posiblemente mejor, para todos.

Nota: Para los que quieran leer el informe hay un resumen para tomadores de decisiones (aquí) y un resumen ejecutivo al principio de cada uno de los cinco capítulos que forman el informe.

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Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

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