Publicado el 16 de mayo de 2020 en el suplemento informativo La Jornada del Campo
La comarca de la Ribera del Duero en España ha pasado de ser una comarca deprimida económicamente y sin posibilidades de futuro para sus habitantes a convertirse en la actualidad en la zona más dinámica de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, gracias al prestigio que han adquirido sus vinos.
Las actividades que anteriormente realizaban las familias que contaban con pequeños majuelos (terrenos) de viñas y trigo han cambiado radicalmente. Ese cambio ha implicado no sólo nuevas actividades sino también de nuevos sujetos. La cultura y las formas de organización social marcaban el inicio de la vendimia; el ayuntamiento la anunciaba después de la celebración de la fiesta de la Virgen del Pilar. Esa fecha representaba para las familias momentos especiales de convivencia y trabajo conjunto; hijos, padres y vecinos trabajaban y celebraran, compartían y departían comida y trabajo.
Esa forma de trabajo ha quedado en el pasado. En la actualidad, la denominación de origen Ribera del Duero, guiada por los técnicos que señalan el grado de azúcar de la uva, da inicio al periodo de la vendimia. Y en lugar de la algarabía y festejo se vive una situación de gran tensión; es la culminación de una serie de actividades y gastos que tienen que concretarse con la cosecha de unas uvas de la calidad requerida, sin que las llegue a dañar el granizo o la podredumbre, y que cumplan la inspección que realizan los veedores de la denominación de origen para ingresarlas a las propias bodegas o a bodegas con las que previamente se ha acordado la venta de una parte o de toda la cosecha. Además de lo anterior, hay una gran tensión por conseguir a los trabajadores para la vendimia (cosecha) en el momento y cantidades que se les requiere. En otras palabras, se requieren trabajadores en cantidades inciertas, ya que depende de la cantidad de cosecha, en fechas aproximadas, de septiembre a octubre, y por periodos indeterminados, dependiendo del clima y de los cupos de las bodegas. Además de ese periodo que es el de máxima ocupación de trabajadores hay otros dos periodos que requieren mano de obra adicional a la que participa a lo largo del año, estos son la poda en verde y la poda. ¿Cómo se resuelve la necesidad de mano de obra en esas condiciones?
Del trabajo familiar a la mano de obra migrante
Al igual que gran parte de la agricultura mediterránea, en los viñedos de la Ribera del Duero los trabajadores en la agricultura son migrantes e inmigrantes provenientes de diferentes países y sujetos a diversas formas de contratación. En este lugar encontramos diferentes mecanismos de acceso a la mano de obra. Por un lado, las redes creadas durante el periodo de contratación en origen siguen funcionando; los rumanos y búlgaros que participaron en ese programa siguen llegando o algunos de ellos ya se han establecido en la zona. Las redes también funcionan con trabajadores que han realizado esas labores con ciertas bodegas o viticultores año con año; habitantes de Andalucía y jóvenes españoles que hacen la temporada de trabajo como una manera de allegarse de recursos. En esos casos la contratación es directa con el viticultor o con una pequeña o mediana bodega. Las grandes bodegas pueden combinar la contratación de trabajadores mediante su departamento de personal y el acceso a los que se requieren en las temporadas pico de empleo mediante las empresas de trabajo temporal, las denominadas ETT.
El perfil de las ETT es variable; desde las unipersonales, sin constitución formal y con condiciones de salarios y empleo diversas, hasta las formalmente constituidas y con apego a las condiciones del contrato para los trabajadores del campo. Estas empresas recurren a trabajadores migrantes de diversos orígenes: rumanos, búlgaros, marroquíes y de otros países africanos, latinoamericanos, hindúes, todos ellos con diferentes condiciones migratorias: migrantes, inmigrantes, establecidos, circulares y con una estancia regularizada o no.
La contratación mediante las ETT es el mecanismo de mayor importancia en la zona, no solo lo utilizan las grandes empresas sino también pequeños, medianos bodegueros y viticultores. Ese mecanismo es una estrategia de segmentación del mercado de 17 trabajo que conlleva al deterioro de las condiciones de trabajo y de los salarios, y de externalización de los costos y responsabilidades que representa esa mano de obra.
En el contexto del COVID-19 se hace explícita la dependencia de las actividades agrícolas en el trabajo migrante. En los medios se señala el riesgo existente para levantar las cosechas por la falta de trabajadores: “el gobierno admite que faltan unos 150,000 trabajadores para levantar las cosechas”1 , lo que ha llevado a que se flexibilice la contratación de inmigrantes y parados y se amplíen los permisos de residencia para los trabajadores a quienes se les vence. Se reconoce la importancia de los migrantes para esas cosechas que corren el riesgo de no ser recogidas y con ello llevar a problemas de abastecimiento y por consiguiente del encarecimiento de los productos, y aún más, de afectar las rentas de España ya que dos partes de su producción se exporta a la Unión Europea.
Hay una iniciativa en España #Regularización ya2 , que señala la urgente regularización de las personas migrantes y refugiadas, que ha sido firmada por más de 100 organizaciones y ha logrado también el respaldo de 1,000 colectivos, entidades y ONG. Esa iniciativa exige un cambio en el modelo migratorio. ¿No es éste el momento de reconocer el aporte e importancia del trabajo de estos migrantes y de regularizar su situación y de mejorar sus condiciones de vida y trabajo? Esperemos que sí lo sea.
Referencias
1. Información disponible en: www.elmundo.es/economia/2020/04/07/5e8c406efdddfff9b18b4631.html
2. Información disponible en: www.elmundo.es/economia/2020/04/07/5e8c406efdddfff9b18b4631.html
Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM