100 años, 100 voces (más)

Testimonios compartidos a Gaceta UNAM

Su legado es parte de nuestra historia, su quehacer académico lo reconoce como maestro de maestros y su investigación abre las puertas del conocimiento interdisciplinario y de frontera.

Pablo González Casanova es uno de los exponentes más importantes del pensamiento democrático en el mundo, referente teórico y político invaluable para las personas y los movimientos sociales que luchan por un mundo justo e igualitario.

Indudablemente el legado de Don Pablo González Casanova representa de forma magistral, el verdadero espíritu de la universidad nacional y sus académicos. En estos tiempos de cambio y de creación de un mundo alternativo, es necesario voltear a ver y examinar su obra, repleta de un pensamiento crítico, multidisciplinario, reflexivo y ético. Su trabajo es patrimonio de la humanidad y es senda clara por la cual transitar a un mejor país, buscando siempre las soluciones a través del diálogo entre las ciencias y las humanidades. Hoy, su ejemplo y compromiso político son faro que iluminan el camino hacia nuevas formas de pensar y ejercer el conocimiento social y técnico, siempre de la mano de la ética y con un profundo amor a México. Es así que su energía nos mueve a saldar deudas añejas como la desigualdad social, al mismo tiempo que avanzamos en la emancipación de los individuos.

Indudablemente el legado de Don Pablo González Casanova representa de forma magistral, el verdadero espíritu de la universidad nacional y sus académicos. En estos tiempos de cambio y de creación de un mundo alternativo, es necesario voltear a ver y examinar su obra, repleta de un pensamiento crítico, multidisciplinario, reflexivo y ético. Su trabajo es patrimonio de la humanidad y es senda clara por la cual transitar a un mejor país, buscando siempre las soluciones a través del diálogo entre las ciencias y las humanidades. Hoy, su ejemplo y compromiso político son faro que iluminan el camino hacia nuevas formas de pensar y ejercer el conocimiento social y técnico, siempre de la mano de la ética y con un profundo amor a México. Es así que su energía nos mueve a saldar deudas añejas como la desigualdad social, al mismo tiempo que avanzamos en la emancipación de los individuos.

El Dr. Pablo González Casanova contribuyó a forjar los cimientos del CCH al incluir en su modelo educativo la investigación interdisciplinaria, la vinculación entre bachillerato e instituciones de nivel superior, el rigor metodológico en actividades de docencia e investigación, el compromiso social de docentes y alumnado, el aprendizaje dialógico y colaborativo.

La figura de Don Pablo González Casanova fue de gran impacto en mi juventud; su libro "La Democracia en México" nos abrió los ojos a muchos sobre el estado de nuestro país, y la posibilidad de estudiarlo y hablar de él claramente. Años más tarde fue un orgullo tratarlo como director del CEIICH y conocer su visión de la Universidad, de la que soy testigo - más tarde aún - en el Sistema Universidad Abierta, concebido con generosidad y visión. Una muestra de lo que es y lo mucho que vale la universidad pública, académica y al servicio de la sociedad al mismo tiempo.

Pablo González Casanova es uno de los más preclaros intelectuales de nuestro tiempo, que trasciende fronteras por sus contribuciones al desarrollo de las ciencias sociales y el pensamiento crítico latinoamericano; su compromiso con todas las luchas de los pueblos por la democracia, la paz y la justicia, y su extraordinaria capacidad --a sus cien años-- para acompañar con pasión y alegría la lucha zapatista, lo hace ser un gran humanista y defensor de la vida.

Es indiscutible la vigencia y actualidad de las aportaciones que el Dr. Pablo González Casanova ha realizado en el área de las Ciencias Sociales, pero para quienes nos formamos en América Latina, en la convulsionada década de los años setentas, sus valiosas contribuciones tienen un particular significado porque se inscriben en una corriente de intelectuales de la región que señalaron nuevas rutas conceptuales para comprender la naturaleza de nuestras frágiles democracias y las condiciones de pobreza y marginalidad en la que vivían la mayoría de las familias trabajadoras de nuestras sociedades. Una década después, cuando ingresé al Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM como investigadora, el Dr. Pablo González Casanova me dio la oportunidad de publicar en uno de sus libros un primer artículo sobre la crisis y la política urbana del estado mexicano. Por ello en este emotivo festejo quiero expresar no sólo admiración por su obra y su gran compromiso social sino también un profundo agradecimiento personal.

Pablo González Casanova es inteligencia abierta a la actualidad creciente que es la historia, realidad vivida y conocimiento. Formado como historiador en El Colegio de México (1943-1947), fue a París para hacer el doctorado, en 1950 defendió una tesis sobre Sociología del conocimiento en la historiografía francesa del Antiguo Régimen. Vio en la sociología el medio propio para explicar esa actualidad creciente, visible en el pasado a través de testimonios y preñada de futuros tangibles en utopías. Es esta disciplina a la que dedica sus esfuerzos como investigador, como maestro de generaciones y como directivo universitario.

Don Pablo González Casanova ha sido una figura central en la conjunción de la historia, la sociología y la antropología en México, establecida en su formación profesional y expresada en su vasta obra. Abrió las puertas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales a Ricardo Pozas e Isabel Horcasitas, quienes expandieron el campo de la investigación etnográfica y social desde el Centro de Estudios del Desarrollo, cuyos estudiantes hicieron contribuciones significativas a la sociología y a la antropología.

Los aportes del Dr. Pablo González Casanova al proyecto que impulso cuando era rector de la UNAM en 1970, responden a la gran demanda educativa que el país requería. Fue oportuna la reforma educativa de la Universidad donde participaron docentes, estudiantes y autoridades administrativas. Considero que, con esta acción, el Dr. Pablo González privilegio la diversidad de ideas que hicieron del colegio área propicia para el desarrollo de las ciencias y las humanidades.

El Dr. González Casanova después de una difícil pero fructífera gestión como Rector de la Universidad regresó a la investigación en el IISUNAM. Yo formaba parte de un grupo de becarios que trabajaba bajo su coordinación. Estábamos instalados en el subsuelo del Estadio de CU. Era un sitio oscuro y silencioso, solo para nosotros. Don Pablo tenía un despacho amplio con una mesa para reuniones. Y en esa mesa conocí y practiqué un aspecto fundamental de lo que pomposamente llamamos el ethos académico. Don Pablo convocaba cada dos o tres semanas a un investigador o investigadora muy reconocidos para que presentaran un trabajo. Todos leíamos previamente el texto. En el seminario, Don Pablo, con elegancia y generosidad, daba primero la palabra a cada uno de los becarios. Éramos jóvenes y en ocasiones nos excedíamos con críticas poco sustentadas, expresadas incluso con cierta impertinencia.

Don Pablo González Casanova es la figura más apreciada del Colegio de Ciencias y Humanidades. Él fue el fundador del CCH no sólo en el aspecto formal sino en la concepción de su Modelo Educativo, el cual sigue vigente hasta el día de hoy.

De rector de la UNAM a comandante zapatista, la extraordinaria aportación del historiador y sociólogo Pablo González Casanova a las humanidades y a las ciencias sociales empata el pensamiento teórico con la práctica política y constituye una herramienta fundamental para los estudios clásicos, que acaso permita ayudar a sacarlos de la crisis en la que se encuentran hoy en día.

Pareciera que Pablo González-Casanova plasmó en el Colegio el espíritu más libre, aventurero, crítico y humano que siempre conservó del Pablo joven-adolescente, un joven que siempre soñó con romper todas las barreras y superar todos los desafíos.

El Dr. Pablo González Casanova es un personaje complejo y muy poliédrico. Él es sin duda el más importante sociólogo mexicano de todo el siglo XX. Pero también fue alumno de Fernand Braudel, e interlocutor intelectual de Immanuel Wallerstein. Creador de instituciones profundamente innovadoras como el Colegio de Ciencias y Humanidades o el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, es también un científico social comprometido, por ejemplo, con el importante movimiento del neozapatismo mexicano, que lo ha nombrado como el 'Comandante Pablo Contreras'.

Don Pablo es un ejemplo muy difícil de imitar por su gran capacidad de trabajo, por la congruencia con su pensamiento, que está siempre en constante evolución.

Estimado doctor, heredamos una gran casa de estudios gracias a gente como usted, que con tenacidad la hizo ser grande y fue partícipe de impulsarla a lo que tenemos el día de hoy. ¡Quienes disfrutamos de la gloria de ser universitarios y de habernos graduado de una de las mejores universidades y facultades de medicina del mundo, los llevamos siempre en nuestro corazón azul!

100 años de vida, de distinguida labor intelectual, de investigador, profesor y funcionario, con una formación multidisciplinaria en Derecho, Historia y Sociología; académico que aportó a las Ciencias Sociales desde distintas trincheras, pero siempre fiel a sus convicciones y al compromiso social que como científico defendió. Reconocido académicamente, pero sobre todo socialmente, por sus aportaciones desde una mirada crítica de la realidad.

El Dr. Pablo González Casanova, uno de los amigos más ilustres del Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi (CTVLU), cumple 100 años con una carrera académica brillante, cuya influencia ha rebasado los límites de México. Don Pablo ha tenido una notable presencia en el CTVLU desde 1980, cuando un destacado grupo de intelectuales y académicos mexicanos y extranjeros se unieron alrededor de Víctor L. Urquidi, para discutir críticamente las potencialidades y problemas de México, temas que él ha trabajado a profundidad y reflejado de una manea brillante en obras como La Democracia en México en la que estableció una visión crítica del desarrollo y demostró las contradicciones del sistema político mexicano, y Sociología de la Explotación, en la que centró la atención en el colonialismo no sólo externo, sino al interior de México, con el fin de alcanzar una sociedad plural y equitativa. No podemos menos que reconocer en el CTVLU que sus ideas, argumentos e investigaciones han nutrido nuestras reflexiones y estimulado nuestros debates. Felicidades don Pablo en este aniversario 100 y esperamos que siga enriqueciendo durante muchos años nuestras deliberaciones.

El Colegio de Ciencias y Humanidades, es un motor permanente de innovación educativa, del cual debemos sentirnos orgullosos, uno de los grandes aportes del doctor Pablo González Casanova y que transformaron a la Universidad han sido el Sistema de Universidad Abierta y por supuesto el Colegio, que este a su vez, ha sido precursor de la actual reglamentación de la división de posgrados de la UNAM, misma que una vez fue única y exclusiva del CCH.

En su obra cumbre y precursora en nuestras ciencias sociales, La democracia en México (1965), González Casanova afirmó: “Nadie puede ocultarse que el desarrollo es un incremento del producto y una redistribución del producto y que no hay desarrollo cuando no se dan ambos hechos”. En efecto, la búsqueda del desarrollo, del crecimiento con equidad sigue siendo la principal asignatura pendiente de la democracia mexicana.

Pablo y su esposa tuvieron una casa de fin de semana en Tepoztlán durante muchos años. Su casa estaba en la parte alta del pueblo y nosotros en el valle. Sin embargo, nos encontrábamos frecuentemente en el centro y me acuerdo de un Pablo siempre sonriente y feliz. Pero la cosa curiosa fue que nuestros números telefónicos eran muy similares. El nuestro terminaba en 0708 y el de ellos en 0807. Constantemente recibíamos llamadas para ellos y ellos para nosotros. No sé si fuera una broma del cosmos, pero era algo sobre lo que siempre nos reímos.”

Más allá del autor de un libro clave para mi generación y las siguientes en el estudio de las ciencias sociales, de una figura académica reconocida por haber brindado una nueva fisonomía a la entonces Escuela de Ciencias Políticas y Sociales y por haber dirigido brillantemente el Instituto de Ciencias Sociales de la UNAM; del Rector que enfrentó momentos críticos en la vida de nuestra institución, don Pablo es para mi el universitario ejemplar que, a pesar de todas sus ocupaciones y compromisos, en un momento crucial me mostró un apoyo fraterno e inestimable. Atesoro el recuerdo de don Pablo caminando conmigo, muy despacito y a la vista de todos, del estacionamiento a la oficina de la Dirección de la FCPyS , apenas una semana después de mi designación, otorgando con ello un respaldo incondicional a la primera mujer directora de la Facultad.

Pablo González Casanova cumple cien años de defender tercamente a México y a los grupos sociales más vulnerables. Vaya una felicitación y un abrazo.

A 50 años de la creación del CCH los principios de nuestra institución siguen siendo validos, en donde nuestros alumnos son los principales actores de su propia formación, de su acercamiento a la cultura y son capaces de seleccionar, jerarquizar y validar la información que reciben de manera que la puedan aplicar en la vida diaria, contando con las bases necesarias para cursar con éxito sus estudios superiores y ejercer una actitud permanente de formación autónoma.

Don Pablo desarrolló una amplia, fructífera e incluso provocadora obra. Fue además fundador de instituciones académicas, promotor de encuentros, diálogos, controversias y sobre todo un generador incansable de obras colectivas.

Sociólogo dedicado al estudio de diversos temas nacionales e internacionales entre los que hay que destacar su invariable apoyo a las causas indígenas. Loable y valiosa labor a favor de los pueblos originarios que han padecido y padecen en carne propia la injusticia y olvido por parte de las autoridades.

Desde que era niño el nombre de Pablo González Casanova rondaba las conversaciones en mi casa, es probable que cuando yo tenía 7 años (durante el icónico 1992), don Pablo y sus ideas se aparecieran en las pláticas entre mi madre y mi padre, dos periodistas críticos defensores de los derechos indígenas. En aquella época yo no entendía los conceptos sociológicos pero sí solía experimentar los fenómenos a los que hacen referencia. En el acompañamiento de la marcha de las hormigas Xinich’ que venía de Chiapas, por ejemplo, caminé tanto que mis padres no se habían percatado que las suelas de mis zapatos ya habían desaparecido. Y pienso que don Pablo nos ha enseñado mucho sobre la importancia de hacer cuerpo los conceptos y acabarse los zapatos, ha caminado junto a los pueblos originarios durante tantas décadas que ya es parte de su historia.

La trayectoria de Pablo González Casanova está saturada de reconocimientos a su labor académica y a sus aportaciones a la sociología.

Un andar intelectual en todo el territorio puma, voz que provoca a reflexionar y textos que hacen creer en la posibilidad de la democracia. Maestro e inspiración, aliado del reconocimiento de las diferencias para coincidir.

Al lado de sus aportes a la sociología, una de las contribuciones de don Pablo González Casanova como historiador es su libro La literatura perseguida en la crisis de la Colonia (1958). Original en muchos sentidos, el autor pone en relieve el tema al decirnos el interés que tiene “para descubrir los peligros de la poesía y los engaños de la mística”.

A Don Pablo me une una añeja amistad de más de 50 años. En una ocasión me preguntó que estaba escribiendo. Le dije: La Apuesta por la Vida. Respondió, elimine la apuesta, deje sólo la Vida. Seguimos conversando. Al despedirnos me dijo: ¿sabe para que vino a verme? Para que le diera el título de su próximo libro… y este hombre conocido por su sobriedad de carácter lanzó una carcajada inconmensurable.

El nacimiento del Colegio de Ciencias y Humanidades es la máxima aportación del Dr. Pablo González Casanova en estos 51 años, creación de una nueva universidad con cinco plantes donde se trabajan las ciencias y humanidades en su conjunto a partir del modelo educativo enmarcado en su plan de estudios, siempre con la mira en la trascendencia tecnológica y cultural en beneficio de la sociedad.

Pablo González Casanova me parecía un investigador de otro mundo, inalcanzable y fantástico. Un par de décadas después tuve la oportunidad de ingresar al Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM como investigadora: enorme fue mi sorpresa la primera vez que me crucé con Don Pablo en una reunión de investigadores. Encontré entonces un hombre sencillo y amable que a todos y todas preguntaba por nuestra vida y nuestro trabajo. Son las dos caras de un ser humano extraordinariamente original y sagaz, al mismo tiempo que humano y sensible.

Pablo González Casanova ha tenido una larga y luminosa trayectoria tanto en el plano intelectual como en el ámbito institucional.

Cuando aprehender la calidad de la democracia se veía como una cuestión de inspiración afortunada, el doctor Pablo González Casanova mostró que también, y en un sentido importante, antes que ello, debía ser materia de investigación cuidadosa. Cuando la pedagogía modelo para el bachillerato se centraba en la transmisión de información, él dejó claro que el objetivo superior tendría que ser que las y los estudiantes aprendieran a aprender. Cuando la compartamentalización del conocimiento se topaba ya con fenómenos complejos irreductibles a una doctrina académica, don Pablo abrió cauces para el trabajo concurrente de distintas disciplinas. Las y los universitarios le estaremos siempre agradecidos por sus impulsos. ¡Feliz centenario, doctor González Casanova!

Fue alumno de grandes pensadores mexicanos y de españoles exiliados en nuestro país; y también fue profesor de muchas generaciones de estudiantes que tuvieron un impacto en la conformación de México en el siglo XX.

La trascendencia de la obra y el trabajo de Pablo González Casanova es patente en múltiples aspectos, uno es el académico en el que sus investigaciones en Ciencia Política y Sociológica cambió el rumbo de esas disciplinas en México y su labor como educador también ha dejado una señal indeleble en nuestro país.

Con frecuencia, entre lo que pienso y hago o entre lo que escribo y recuerdo, de alguna manera hago referencia a la vida y obra de Pablo González Casanova. Mis meditaciones tienen dos fuentes esenciales. La primera, el contacto personal de nuestros fugaces encuentros, antes de la COVID-19, en los pasillos del Instituto de Investigaciones Sociales en donde, además de un cordial saludo, en ocasiones compartimos alguna reflexión sobre la vida política en México o de México en el mundo. La otra fuente, de horizonte más amplio, está relacionada con mi lectura de La democracia en México, publicado en 1965, que de alguna manera fue la respuesta latinoamericana a El hombre Político, la obra de Seymour Lipset aparecida en 1960 en Estados Unidos. El problema de entonces sigue siendo el problema de hoy: ¿cuáles son las condiciones para una democracia estable? La obra de González Casanova todavía nos confronta con el problema de la modernidad política en México o, mejor, el problema de la modernidad democrática que se empalma con las tradiciones coloniales y formas caudillistas que conservamos entre nuestras instituciones.

La influencia del sociólogo, profesor, investigador, creador de instituciones, analista político y partícipe en las mejores causas del país, marcó profundamente mi vida profesional desde mi ingreso a la licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Su libro “La democracia en México” y su seminario en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM sobre la Historia de la Clase Obrera en México marcaron pautas de investigación para la Sociología Política en México a diversas generaciones por más de tres décadas.

“Para mí, chileno, Pablo González Casanova representa uno de los intelectuales mexicanos que, en la coyuntura del golpe de Estado de 1973, enarboló inmediatamente la solidaridad con quiénes como yo, tuvimos que enfrentar la represión y el uso irrestricto de la violencia. Junto a muchos otros universitarios, dirigentes sociales y estudiantes González Casanova hizo público el significado político del gobierno del presidente Allende. Por otra parte, desde mi llegada a México, tuve la suerte de conocerlo y estudiar su contribución al análisis sociológico de los procesos sociales latinoamericanos y compartir su estrecha vinculación con las luchas de varios pueblos incluyendo su apoyo a la revolución cubana, al sindicalismo brasileño, al levantamiento zapatista de 1994 y a los estudiantes chilenos que se levantaron en 2006 y 2011 y lograron triunfar en las elecciones presidenciales de diciembre de 2021. Finalmente, profesionalmente, pude apreciar la importancia de su contribución al proceso de construcción de un régimen democrático, fundado en trascender lo electoral y fundarlo en la implementación de mecanismos de participación directa de los ciudadanos en la vida política”.

Su tesis de doctorado es la obra de un historiador acucioso y desprejuiciado, esta tesis, dirigida por Fernand Braudel, pone de manifiesto que tanto la selección como las interpretaciones de las fuentes con las que la historiografía francesa daba cuenta de la realidad americana de los siglos XVI y XVII consistían ante todo en extrapolaciones de concepciones previas, propias de la tradición historiográfica en cuestión.

En el centenario del nacimiento de Pablo González Casanova, la Oficina de la UNESCO en México hace un reconocimiento al papel destacado que ha tenido el sociólogo e investigador mexicano en la consolidación de iniciativas clave para la educación, la ciencia y la cultura a nivel nacional, regional y global.

La publicación de su obra por excelencia: La democracia en México, en 1965, constituyó un parteaguas en la historia de nuestras disciplinas.

El papel del Dr. González Casanova en la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) fue esencial para el mantenimiento de la paz y lo sigue siendo en la actualidad.

Lo que me impresionó desde el principio fue el enorme, coherente y constante compromiso de Don Pablo con los grupos marginados y subalternos en la defensa de sus derechos humanos y sociales. Para mí representaba la ilustración viva de lo que nuestro colega Enrique Dussel propone como exigencia de la epistemología crítica marxista: el científico social debe situarse en el punto de vista de los desposeídos y marginados, no sólo discursiva o teóricamente, sino también física y testimonialmente, si así se requiere. Y de hecho, hemos encontrado siempre a Don Pablo allí donde su presencia física y sus palabras eran requeridas por los grupos marginados – como son los grupos indígenas – en apoyo de sus reivindicaciones legítimas o en defensa de sus derechos conculcados.

Pablo González Casanova es la personificación del intelectual orgánico de los movimientos sociales emancipatorios, al que hacía referencia Gramsci; del pensamiento crítico y la congruencia ética y política frente al poder, que demandan los mayas zapatistas; de los imprescindibles que luchan toda la vida, que detalla Bertolt Brecht.

Pablo González Casanova, pocas personas tienen en la reflexión y en el imaginario social al menos, lo importante de su existencia; la sociología, la educación y la investigación en los estudios sociales por su parte, abrió un campo incomparable y lleno de oportunidades para las y los sociólogos de este país hoy en día. Ha sido y será, uno de los mayores referentes sociólogos y críticos mexicanos que muestra, sin duda, el amor a la sociología como pocas personas.

Es un hombre con mucha capacidad de asombro. Ha tenido y sigue teniendo algo muy particular en su persona y que yo siempre lo he notado, y es que cuando algo le entusiasma le brillan los ojos. En ese sentido creo que él es un niño que se abre a la sorpresa, que pregunta, que escudriña, y sobre todo un hombre que escucha.

Don Pablo González Casanova, figura señera de la intelectualidad latinoamericana, del país y de la Universidad. Maestro de incontables generaciones en las aulas y fuera de ellas.

Soy uno de los beneficiados de la creación del modelo educativo de don Pablo González Casanova, estudié el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Azcapotzalco, mi formación periodística y la pasión por los medios de comunicación nació precisamente en ese lugar. Desde ahí hasta la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, aprendí lo necesario para ejercer la comunicación de forma responsable.

Celebrar los 100 años de vida del doctor Pablo González Casanova es un motivo de alegría a quien ha dedicado un sinnúmero de años a la UNAM como profesor, investigador, director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y del Instituto de Investigaciones Sociales y rector. Paralelamente inició desde joven una carrera como investigador de las ciencias sociales a partir de su formación en derecho, historia y sociología en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, el Colegio de México y en la Sorbona respectivamente. Los frutos de su labor en la investigación son innumerables en el campo de la sociología, siendo varias referencias obligadas como La Democracia en México entre otras, mismo que leí como estudiante del Colegio de México. A la fecha sigue su labor como investigador distinguiéndose por su amplitud de intereses, temas, curiosidad y compromiso, convencido de la necesidad de estar al día y con la premisa de que las ciencias sociales en su conjunto son indispensables y la urgencia en los tiempos que corren por la interdisciplina con otras ramas del conocimiento. Felicidades.

Es un hombre que lleva su ideario al mundo de la acción, y esto de la democratización esto de la innovación, el gobierno en esta idea de universidad renovada. No solamente por su condición humana sino por su condición universitaria, Don Pablo es uno de nuestros mejores exponentes y lo que pudiera decir es, ¡larga vida para don Pablo González Casanova!

Fue en algún momento de los años noventa. Como joven estudiante de licenciatura en sociología, acudí a la conferencia de uno de los más destacados académicos de la época: Pablo González Casanova. Su nombre ya recorría las aulas y las lecturas de los seminarios, y mi biblioteca personal albergaba alguno de sus libros. Tuvieron que pasar varias décadas para volver a encontrarme con él en la misma institución. Ni bien entré a trabajar al Instituto de Investigaciones Sociales, fui a visitarlo para platicar de sociología, política, utopías, conceptos. Generoso, leyó alguno de mis textos y me hizo comentarios. Son muchos los aprendizajes recibidos, me quedo con dos: la rigurosidad científica no peleada con un pronunciamiento político, y su crítica al poder sin concesiones y sin importar quién sea el responsable de los abusos.

Admiración y Respeto al pensamiento de Don Pablo González Casanova, vigente para estudiar el mundo globalizado y comprender la II Alternancia, donde el debate sobre la Democracia en México se ha agudizado. Su legado al pensamiento crítico de los universitarios ha sido fundamental para defender la autonomía, la libertad de cátedra y el pluralismo imperantes en la UNAM. Promotor de la Universidad Periférica, “los Olvidados del Campus” de donde surgen Facultades como la nuestra, FES-Aragón.

En la memoria. Muy querido Don Pablo: Desde 1962, cuando ingresé a la entonces Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, que estaba bajo su dirección, era evidente su presencia intelectual. Como sociólogo y como universitario me congratulo de conocerlo y de haber sostenido con usted diálogos académicos y amistosos que me permitieron constatar su vocación de maestro. Atesoro con afecto un ejemplar de su libro La Democracia en México, que usted me dedicó y firmó. Durante mi vida como sociólogo he seguido su obra con el mayor detalle. Su pensamiento constituye un referente de estudio para las ciencias sociales contemporáneas; sus aportes han sido de gran importancia, particularmente en México y Latinoamérica. Recuerdo que Joseph Kahl calificó su obra “Sociología de la Explotación”, como una de las tres más importantes en la región, equiparándola con la de Gino Germani sobre la Teoría de la Modernización, y la de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Falleto sobre la Teoría de la Dependencia.

La vida y obra del Doctor Pablo González Casanova encumbra la labor humanística, académica y moral de uno de los más grandes intelectuales que ha tenido el país a lo largo de su historia y, sin lugar a duda, uno de los más grandes pensadores contemporáneos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Yo le debo al Doctor Pablo González Casanova el giro de 180 grados que dio mi vida al convertirme en "ceceachera". Don Pablo es el fundador de una de las instituciones que más han revolucionado la universidad y la enseñanza en nuestro país: el Colegio de Ciencias y Humanidades. Su utopía siempre ha sido que México sea un país más democrático, más culto y más justo. Cuando ingresé al Instituto de Investigaciones Sociales hace casi ya dos décadas, una de mis ilusiones más fuertes fue ir a visitar a Don Pablo y transmitirle los saludos de mi abuelo, otro Don Pablo que también pasó a la posteridad como un gran mexicano centenario; de mi padre, otro gran Don Pablo, abogado, sindicalista, universitario y politólogo con quien también coincidió en gestas históricas; y de la Dra. Sussane Jonas, amiga cercana de Don Pablo, quien había sido mi maestra y tutora en mis estudios de doctorado. Ha sido un honor tener la fortuna de ser una de sus más humildes colegas y admiradoras. Su arduo trabajo como sociólogo e intelectual, encabezando grandes proyectos transformadores, han tenido eco, y han inspirado proyectos similares en toda la región latinoamericana. Estos logros nos obligan a plasmar sus ideas para la posteridad, estudiar sus planes reformadores y aún más importante transformar nuestra realidad utilizando como guía sus grandes enseñanzas rumbo a la construcción de una sociedad más igualitaria y libertaria.

Pablo González Casanova es un universitario ejemplar y un hombre visionario que siempre ha caminado un paso adelante de sus tiempos.

Desde lo más hondo, celebro los cien años del Doctor Pablo González Casanova, una vida de pleno ejercicio de conciencia crítica acerca de la letalidad que el capitalismo tal y como lo conocemos tiene sobre la vida planetaria. A la vigencia de su pensamiento, cabe mencionar su papel como innovador y sostén de la hermandad entre las ciencias naturales, la ciencia social y las humanidades, alentando una integridad interdisciplinaria absolutamente indispensable al diagnóstico y prognosis de la condición humana y su futuro, siempre en plena batalla por la conciencia nacional, latinoamericana, caribeña y mundial.

Considero que el doctor Pablo González Casanova se ha convertido en uno de los intelectuales mexicanos y aun internacionales más importantes de nuestra época. Cumple cien años con lúcida actividad, con enseñanzas intelectuales y vitales de gran nivel y con un fuerte compromiso en favor de los pobres de la tierra. He admirado su inspiradora trayectoria. Le he dado seguimiento a muchos de sus escritos, fruto de sus investigaciones realizadas con creatividad y rigor. Ha ampliado las discusiones sobre la democracia, el imperialismo y la liberación en América Latina. También ahondó en el movimiento obrero y en el movimiento campesino de este continente. Dio cuenta del Estado y de los partidos políticos.

Don Pablo es un personaje singular, un académico que destaca por donde se lo mire. Con su obra personal colocó a la democracia en el centro de la atención de las ciencias sociales. Pero, además, organizó incontables grupos de trabajo y seminarios, inspiró y condujo numerosas obras colectivas que, sin su impulso, no se habrían concebido y publicado. Tejió redes amplísimas de científicos sociales, fundó el Sistema de Universidad Abierta, el Colegio de Ciencias y Humanidades, el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades. Promovió y defendió cambios a favor de la inclusión y el respeto a dignidad de las personas. Ha sido un guía y referente moral, un intelectual orgánico de la UNAM, defensor de su autonomía, de la libertad de cátedra y de investigación. Por donde se lo mire destaca.

En todas las esferas de la vida Don PGC demostró poseer una calidad excepcional y ser un pensador adelantado a sus tiempos. Como historiador y sociólogo es el autor de un texto que abrió al análisis la Democracia en México; como intelectual y político prefirió renunciar a la rectoría de la UNAM y sostener la tesis de que la institución universitaria es, por encima de todo, una comunidad académica y que no debe estar sujeta a una relación obrero-patronal tan desprestigiada en aquellos años 70's; pero donde tal vez rindió más frutos su profunda convicción transformadora fue en la parte académica ámbito al que perteneció toda su vida ininterrumpidamente. Le conocí cuando se presentó al Grupo Piloto de la entonces Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales a darnos la bienvenida como Director de la escuela y poseedor de una gran personalidad nos exhortó a emprender con entusiasmo nuestros cursos que significaban una gran experiencia educativa y didáctica ideados por él en ese período lectivo de 1963. Pero su espíritu innovador de mayor calado cristalizó con la creación en 1971 del CCH que a sus más de 50 años de existencia ha demostrado su gran pertinencia universitaria y su profundo sentido social en la vida de México.

Ignoto revolucionario social que, a pesar de los escollos históricos, nunca dejó la proba a cuestiones ortodoxas. Académico magno y clarividente al que le debemos la creación de nuestro instituto (CCH); su legado nos recuerda el valor de la autonomía y el aprendizaje interdisciplinar. Gracias a sus icónicos aportes, la esencia universitaria sigue ferviente e innovadora. En gala simpática, los ceceacheros encomiamos su loable sedición y entrega.

Su obra se centró en la democracia, en la realidad nacional y las ciencias sociales; dio todo por la UNAM y fue un gran pilar en la fundación de nuestra Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Su compromiso con la Universidad es sobresaliente, desde sus trabajos sobre la identidad de los pueblos originarios de Latinoamérica, que le otorgaron el premio José Martí en 2003 por la UNESCO.

Don Pablo González Casanova es un mexicano íntegro y un eminente universitario, que ha vivido lejos del ruido mediático pero su labor ha dejado una gran huella en la vida de la UNAM y del país. Su aportación a la estructura y funcionamiento de la UNAM es sólida y trascendental. Por un lado, creó el Colegio de Ciencias y Humanidades como un bachillerato enfocado a preparar a los jóvenes en las áreas científicas y humanísticas, y por el otro, estableció el Sistema de Universidad Abierta, el cual ha permitido a la Universidad ampliar la cobertura en todos sus niveles educativos. En el terreno político y social, ha sido un notable defensor de los derechos de los pueblos originarios de nuestro país y es un prominente impulsor del uso del conocimiento emanado de las ciencias sociales para la construcción de una sociedad más justa y democrática en México. Es una enorme alegría poder celebrar sus cien años de vida desde la UNAM.

Corría el año 1960. Cursaba mi segundo año de sociología en la entonces Escuela, no Facultad, de Ciencias Políticas y Sociales. Tuve como profesores a Víctor Flores Olea, Francisco López Cámara, Horacio Labastida y a Don Pablo. De todos ellos aprendí mucho pero, tengo que subrayarlo, quién me enseño a pensar fue el maestro González Casanova. Él impartía el curso sociología de México. Don Pablo fue mi maestro. Es mi maestro. No tengo palabras para agradecerle lo que ha significado su presencia en mi vida profesional. No me queda más que afirmar mi admiración por tan ilustre personaje.

Don Pablo desarrolló una amplia, fructífera e incluso provocadora obra. Fue además fundador de instituciones académicas, promotor de encuentros, diálogos, controversias y sobre todo un generador incansable de obras colectivas.

Pablo González Casanova llega a los cien años con plena vitalidad. No ha dejado de reflexionar en las injusticias de México ni de oponerse a ellas. Ha sido un modelo del intelectual rebelde, incluso en el más alto puesto que desempeñó, el de la rectoría de la UNAM. Su cercanía al zapatismo le valió el nombramiento de Comandante Pablo Contreras, distinción popular que se une a sus muchos logros académicos. Celebramos el centenario de una figura ejemplar.

Cumplir 100 años de una vida en un mundo que lo ha llamado siempre a su conocimiento, al ejercicio de la comprensión de la vida social, junto y más allá de la capacidad de agencia individual, marca la impronta de Don Pablo González Casanova.

¿Cuántas dimensiones enmarcan un encuentro? Escribir en pocas líneas el agradecimiento que siento por el Maestro Pablo requiere elegir palabras capaces de reflejar tantos y tantos sentimientos, en mi caso yo elegí la palabra: identidad. Mi mejor encuentro con el Maestro ocurrió a principios de la década de los 90, en el CCH Vallejo, un encuentro que se ha prolongado hasta mi posdoctorado y mi desarrollo como investigadora y docente. Mi encuentro se edificó a través de los caminos que tuvo a bien construir, donde las bases de sus sueños se impregnaron en mi identidad. Los pilares de los Colegios de Ciencias y Humanidades que él construyó son un gran pretexto para promover en la juventud el espíritu científico, la inquietud por la generación del conocimiento, la capacidad de asombro, inciden en la construcción crítica de la conciencia ante la injusticia social y permiten que, ante la necesidad por construir mejores sociedades, exista lugar para un pensamiento decolonial. Gracias Don Pablo, porque con su legado se abrazan los pueblos de América Latina y se construye identidad.

Su actividad intelectual ha sido incansable, convirtiéndolo en una figura paradigmática para las ciencias sociales, principalmente de Latinoamérica.

Don Pablo es el renovador de las ciencias sociales en México y uno de los últimos pensadores con proyección global. Su reflexión a pensar la realidad del mundo desde el Sur y con enfoque de las alternativas es una de las aventuras intelectuales más importantes que recuerdo.

A sus 100 años Pablo González Casanova tiene la virtud de estar siempre dispuesto a aprender. En una misma exposición, puede compartir brillantemente su visión sobre la interdisciplina y vincularla a la filosofía griega clásica, y luego compartir con humildad lo que las comunidades zapatistas le han enseñado sobre la verdad y la historia; así lo escuchamos en el auditorio de la Facultad de Ciencias, por el año 2014. Esa virtud alimenta su quehacer como profesor e investigador, así como su compromiso con la lucha anticapitalista, en la lucha por la vida. Enhorabuena.

Es a través de su reflexión, sus obras, su conducta, su docencia, su creatividad y el perseverante ejercicio de un optimismo de la voluntad que, como él mismo lo dice en este libro a propósito del liberalismo ilustrado, “La grandeza de América y de lo americano es defendida con más tenacidad que nunca”.

La obra de don Pablo González Casanova, particularmente La democracia en México (1965), representa el mayor y mejor esfuerzo de la sociología y la ciencia política mexicanas por exponer y explicar la naturaleza del régimen político que dio forma a nuestro país en el siglo XX.

Entre las múltiples facetas de la vida académica de don Pablo González Casanova hay una que es fundamental para el Instituto de Investigaciones Antropológicas: haber apoyado de manera entusiasta su creación como un brote del Instituto de Investigaciones Históricas, que dirigía Miguel León Portilla. El entusiasmo y liderazgo de León Portilla y de Juan Comas lograron esta amigable, pacífica y productiva transición. Desde entonces ha sido costumbre que Antropológicas envíe un pastel a Históricas el Día de la Madre y seamos correspondidos el Día del Niño. Éste es un ejemplo de la forma en que lo que ha hecho este notable mexicano trasciende a otros ámbitos, más allá de su notable obra intelectual.

Decía Víctor Hugo que “solo viven aquellos que luchan”. Y, para luchar, esto es, para vivir, don Pablo nos enseñó a mirar adonde apenas unos cuantos están dispuestos a ver.

Don Pablo González Casanova, fue un Digno Rector de nuestra Máxima Casa de Estudios, quien enarbola el sentido social de la Institución al crear el Colegio de Ciencias y Humanidades, para dar acceso a jóvenes al bachillerato y hacer efectivo su derecho a la educación sobre todo pensando en sectores en condiciones más vulnerables. Don Pablo se ha caracterizado por luchar contra la desigualdad, por estar y acompañar causas sociales, por centrar su pensamiento y actuar en favor de una auténtica democracia, y baste recordar su clásica y comentada obra, "La democracia en México". Nuestro ExRector tiene en la historia de la universidad un capítulo destacado, por la defensa de sus valores.

A Don Pablo lo conocía como el autor que a tantas generaciones nos ha nutrido con su vasta obra intelectual con ejes centrales como las relaciones sociales de explotación, las estructuras del colonialismo interno, la lucha por la democracia, la soberanía de América latina su cercanía con Cuba y en especial con Fidel y tantas propuestas que no cesan porque continúa su enorme capacidad de elaboración como el reciente texto sobre Epistemología y animal político. Tengo la fortuna de tratarlo de manera personal desde hace veinticinco años, a raíz de mi participación en el Grupo Paz con Democracia promovido por él y por Luis Villoro (+). Ha sido un activo promotor de análisis y debates que culminaron con un Llamamiento a la Nación Mexicana, difundido hace ya 14 años. He valorado su inquebrantable compromiso político la paciencia para lograr que colocáramos la mirada en un horizonte más trascendente que el relato de la coyuntura, con energía para sostener sus puntos de vista y a la vez escuchar los nuestros.

Pablo González Casanova es uno de los académicos más influyentes en la formación académica de quienes estudiamos sociología en los años noventa en la entonces ENEP Aragón. Los textos de “Sociología de la Explotación”, “La democracia en México” y “El Estado y los partidos políticos en México”, escritos unas décadas antes, formaron parte esencial de la bibliografía en nuestros cursos sobre estructura social y sistema político. Pablo González Casanova, es y seguirá siendo, sin lugar a duda, un referente académico para nuestra universidad, para el país y para Latinoamérica.

El curso de Don Pablo, y la lectura de su obra, también me inspiraron en entender el sentido último y práctico que deben tener las ciencias sociales.

Pablo González Casanova, Humanista excepcional, revolucionario por convicción y maestro forjador de conciencias rebeldes.

Por un poderoso concepto de investigación colectiva y transformadora. En el festejo del centenario de vida de Don Pablo González Casanova, ilustre universitario, puede destacarse el aliento constante que da a la investigación social. Es de hacerse notar muy en especial, la convocatoria permanente al encuentro de inteligencias comprometidas tanto con la reflexión crítica de los sujetos sociales, como con las acciones individuales o colectivas que intentan responder interrogantes esenciales del saber y del hacer. Mucho más allá de preceptos estrictos, asume la investigación como un proceso colectivo que busca respuestas a problemas de la vida y el conocimiento social.

La trayectoria del Dr. González Casanova implica hablar de renovación. Su obra constituye un legado institucional, científico y académico, en el que la vinculación entre el pensamiento crítico, la práctica científica y la conciencia social dirigida a la solución de los problemas desde la realidad nacional y latinoamericana, van de la mano, convirtiéndose no solo un referente para los estudiosos de lo social dentro y fuera del país, sino una fuente de inspiración para la innovación sociológica.

En febrero de 1997 se me presentó la oportunidad, invaluable, de trabajar en el CEIICH; desde el primer día pude conversar con el Dr. Pablo González Casanova como director, académico y principalmente como el gran maestro innato, generoso con su saber, dispuesto a dar siempre y a buscar a los y las jóvenes cultos y cultas que tanta falta le hacen a este mundo. Gracias Don Pablo por ser y estar.

Querido Don Pablo, usted me abrió la puerta a este mundo maravilloso que es Nuestra Universidad. Llegué por 3 meses, hoy ya son 28 años de servicio como parte de nuestra comunidad CEIICH. Su congruencia intelectual es indiscutible, viví personalmente la humana, mi hija y yo por siempre en gratitud por su cariño. Le queremos mucho.

Pablo González Casanova, don Pablo como todos lo nombramos, era el director cuando entré a trabajar al CEIICH en 1996. Desde ese lugar generó una red de diálogo interdisciplinario entre intelectuales a nivel mundial y del sur global, así que algunos de los mayores aprendizajes que he tenido se han dado a partir de escuchar en vivo a Immanuel Wallerstein, Arturo Escobar, Richard Lee, Goran Therborn, Hugo Zemelman, Dean J.Driebe, Manuel de Landa, Theotonio dos Santos, François Houtart, Bogdan Denitch, Tian Yu Cao, entre varies otres. Esa convocatoria a pensadores de todas las áreas del conocimiento abrió los horizontes pioneros de la interdisciplina en América Latina. Viva don Pablo y su perspectiva crítica.

Para mí, como especialista en servicios de información de la biblioteca de este Instituto, ha sido un gran privilegio poder colaborar, por más de 20 años, en las necesidades de información requeridas por el doctor y su equipo de trabajo en sus investigaciones; aún más, con el conocimiento de la autoridad moral y académica que el doctor González Casanova tiene en los ámbitos de nuestra universidad, en el nacional y en el internacional; un privilegio aportar al incansable trabajo de creación e investigación de la figura que, en no pocas ocasiones, a través de los ventanales de la biblioteca, he podido contemplar meditando en sus serenos paseos por los jardines del Instituto. Sea pues este reconocimiento de su influencia personal y profesional en mi persona.

Cuando Don Pablo era director del Instituto de Investigaciones Sociales me mandó llamar para proponerme me hiciera cargo de la investigación sobre las instituciones científicas nacionales, recuerdo que sus palabras fueron: “María Luisa, con esta investigación iniciará usted una línea de investigación de la cual nunca se va a arrepentir, la sociología de las actividades científicas es necesaria en nuestro medio académico, aprovéchalo y ponga en marcha esta línea”. Al cabo de más de 50 años agradezco a Don Pablo esa sugerencia y esa oportunidad, en verdad nunca me he arrepentido de haber trabajado en esa área de la sociología, de la cual, bajo su mirada inicial he seguido investigando en ella. Me uno al homenaje por su centenario y sobre todo por su vitalidad y presencia. Muchas gracias, Don Pablo

Con su cátedra aprendí a mirar las estructuras sociales, económicas y políticas de México con nuevos ojos.

Parte fundamental de la formación universitaria es reconocer a los pilares de la institución, sin duda el doctor Pablo González Casanova es uno de ellos.

Me considero privilegiada al haber trabajado con Don Pablo en el CEIICH en el proyecto de Formación de Conceptos. En los cuatro años que colaboré con él, me impresionó su admirable capacidad de trabajo, su honestidad intelectual, su capacidad crítica, su extraordinaria destreza creativa para planear y materializar varios proyectos a la vez, su incansable defensa por los grupos más vulnerables, su humildad como ser humano y, por supuesto, su poder de convocatoria y de diálogo con científicos de reconocido prestigio a nivel nacional e internacional, en una amplia gama de campos del conocimiento, incluidas las ciencias duras. Me faltan palabras para expresarle mi reconocimiento, cariño y admiración.

El Dr. Pablo González Casanova siendo Director General en 1971 fue el principal impulsor del proyecto de la creación del CCH; teniendo una actitud y una preocupación hacia la docencia y la formación superior, como también en crear nuevos métodos y cambiar las tradiciones de enseñanza, siendo también muy humanista demostrándolo frente de las instituciones que dirigió. Fundador de diferentes Centros de Investigaciones y autor de varios libros destacando Una utopía de América, La democracia en México, entre otros.

En la figura de don Pablo González Casanova tenemos a un humanista en la más amplia extensión de la palabra.

Conocí al Dr. Pablo González Casanova mediante su obra, antes de conocerlo personalmente. La democracia en México y El Estado y los partidos políticos en México fueron referentes fundamentales en mi formación académica y en mi conocimiento sobre el régimen político mexicano. Poco después me fueron imprescindibles los dos volúmenes que coordinó sobre el proceso electoral de 1988, “punto de quiebre histórico” como escribió en la presentación del segundo de los Informes sobre la democracia. El hombre de las obras que había leído en mi juventud me pareció afable, cordial, hasta cierto punto tímido y extremadamente respetuoso. Confirmé esta impresión poco después de asumir la dirección del Instituto. Él me buscó para felicitarme el mismo día en que tomé posesión; me fue imposible recibirlo, pero, pocos días después, lo visité en su cubículo y conversamos largo rato. En adelante, con cierta regularidad, nos veíamos para charlar sobre sus proyectos, sus ideas y los eventos que programaba. Esta anécdota es solo una muestra de su conducta institucional, admirable de suyo, tanto como sus aportaciones a distintos campos del conocimiento en los que ha incursionado y, desde luego, al quehacer de nuestra entidad académica. Mi agradecimiento profundo por ello, Don Pablo.

Aparte de un amigo entrañable y un estímulo poderoso en mi modesta vida, para mí Don Pablo González Casanova ha sido el testimonio vivo de un auténtico maestro, un verdadero universitario, un hombre libre, un investigador siempre comprometido con la verdad y la justicia, un científico social que en sus explicaciones siempre va adelante de los acontecimientos que suceden, un humanista universal, un hombre probo y honesto, un latinoamericano siempre comprometido por la liberación de nuestros pueblos, y solidario con las personas y colectivos más vulnerables de nuestros países”.

"Apareció publicada La Democracia en México (1965) estando yo en primero de Derecho en la UNAM e inmediatamente me capturó y la devoré. Su clara, poderosa y sencilla estructura de 4 grandes temas desarrollados en 12 capítulos, seguidos de aquellos maravillosos 65 cuadros en 100 páginas, repletos de datos. Fue como encontrar un tesoro. Me alimentó de método e información valiosísima por años. Pero no solo eso, me marcó profundamente y su influencia puede verse en la fundación de la revista Este País (1991) y en dos de mis libros: El Pulso (1990) y Tres Culturas (2016). Gracias don Pablo por todas sus contribuciones al conocimiento, a la investigación y a la valiosa formación de tantas generaciones de académicos."

La cultura política de los pueblos indígenas y su relación con el estado y la nación no se entienden sin el concepto de colonialismo interno que introdujo Pablo González Casanova – con otro gigante de las ciencias sociales y uno de sus amigos más entrañables, Rodolfo Stavenhagen - hace más de seis décadas. Mi vinculo personal con Don Pablo, es hacerlo presente en el aula y en la investigación, me alegra mucho tener la oportunidad de transmitir a numerosas generaciones de estudiantes de varios niveles, a lo largo de 25 años, el contenido histórico y teórico de esa herramienta indispensable para situar y explicar las demandas políticas de los pueblos indígenas.

Me incorporé al CEIICH en 1996 por invitación del Dr. Pablo González Casanova, para trabajar en un nuevo y ambicioso proyecto sobre la “Formación y Reestructuración de Conceptos en Ciencias y Humanidades”. Él me enseñó desde ese entonces y lo reiteró luego cuando fui nombrada directora del Centro en 2008, que la administración siempre debe estar en función de la academia. Poner en práctica esta idea sería la mejor manera de festejarlo.

Don Pablo ha sido un impulsor de la vida democrática del país. Su obra refleja la coherencia entre su pensamiento y su actuación en el mundo de las ideas y de las instituciones.

El legado y la aportación de Pablo González Casanova al pensamiento crítico de una ciencia social comprometida permanece hasta nuestros días en nuestra Facultad.

Su vida, su mayoría de edad, su ejemplo, ilumina a todos los que se acercan a la sombra de ese árbol gigantesco que ahora cumple cien años y por eso todos nos tomamos de las manos y lo rodeamos en un abrazo rotundo, agradecido, emocionado.

El doctor Casanova pensó una Universidad diferente, que cubriera con la demanda que se le exigía, gratuita y accesible para todo aquel que quisiera estudiar. Se les enseña el trato con el diálogo, la reflexión y a un pensamiento crítico, al ir con las ideas que cada uno pueda llegar a desarrollar siempre con el debido respeto que debemos tener hacia el otro.

Don Pablo es un visionario ilustrado, dotado de carisma y liderazgo. La fortuna lo puso en comunidades, encrucijadas sociohistóricas y espacios geoculturales, idóneos para recibir sus ideas innovadoras y perdurables. Al fundar la entidad universitaria que proponía la interdisciplina (el CEIICH) en un ambiente dominado por la partición del conocimiento, también cimentó el futuro de la investigación académica.

El Dr. Pablo González Casanova realizó una labor muy importante al frente de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto de Investigaciones Sociales, dejando una profunda huella. Durante su gestión se promovió el pensamiento crítico y humanista, ayudando a comprender la realidad nacional. La persistencia de la miseria en las grandes masas; la carencia de la justicia social; la cuestión de la soberanía y el desarrollo de la democracia fueron los grandes temas a los que dedicó su labor académica y que el científico social logró explicar de manera empírica a través de la realidad social.

Llevaba dos años trabajando como becario en el equipo del Dr. Pablo González Casanova, en el Instituto de Investigaciones Sociales. En aquel tiempo me encontraba cursando los últimos semestres de la carrera de Sociología. Conocía la obra de Don Pablo desde mi paso por el CCH y en la licenciatura es un referente obligado. Luego de acumular confianza, me animé a entregarle a Don Pablo un ensayo mío que acababa de publicarse y en el que reflexioné sobre el poder y el zapatismo. El Dr. González Casanova lo recibió y palabras más, palabras menos, me dijo: “qué bueno que ya está usted publicando”. Al día siguiente el ex Rector pasó a mi cubículo y me pidió que fuera a su oficina. Tomé mi libreta, mi pluma y nervioso, fui de inmediato. Charlamos por casi una hora sobre sus proyectos académicos. Al final de la reunión me dijo que había leído mi ensayo y me lo devolvió lleno de anotaciones. También me regaló el libro “Las enseñanzas de Juan de Mairena” de Antonio Machado y me contó que él había escrito más de siete veces un libro. Salí de su oficina muy emocionado y confirmé lo que ya sabía y muchos decían: Don Pablo es un gran maestro.

Desde mi punto de vista, una de las aportaciones más valiosas del Colegio de Ciencias y Humanidades ha sido la formación de lectores críticos, lo cual fue una acertada reacción frente a la enseñanza de otro tiempo. Esto, como docente, ha implicado un enorme compromiso y un gran desafío porque significa optimizar una habilidad del pensamiento complejo, pero que impacta en la vida de cada estudiante, ya que así han aprendido a leer de manera distinta todos los textos. Con ello, además, estimo que se ha coadyuvado a la realización de un sueño: participar con una semilla, a fin de construir una sociedad mejor.

Mi relación con el Dr. Pablo González Casanova se inició a los diecinueve años, cuando entré como su becario en el IIS-UNAM. Me incorporé a su investigación principal sobre la Violencia Política en América Latina (1945-1970). En 1970 fue nombrado Rector de la UNAM y en 1972 regresó a su cubículo en el IIS reincorporándose a su trabajo de investigación y continuando en su trabajo con el principio moral fundador de las ciencias sociales: el papel ético que obliga al investigador en la búsqueda de la verdad y el compromiso moral del científico con la libertad social y política, principio que se vuelve fundamento moral de la conducta diaria del científico como ciudadano, precepto de valor ético que Don Pablo ha ejercido a lo largo de su vida, dando fundamento a sus actos académicos y posiciones públicas. Exigencia de conducta que ha trasmitido a los que hemos compartido con el maestro, todos estos años.

Su mirada rebasa lo convencional y rutinario. Presiente los acontecimientos en su contexto y actúa en consecuencia.

El doctor González Casanova ha sido un hombre comprometido con sus ideas y firme en sus convicciones, que a través de su obra, de la cátedra y, en general, de su vida como universitario, ha luchado incansablemente por difundir y preservar los valores de la democracia.

Don Pablo González Casanova significa para mí, uno de los referentes del pensamiento crítico latinoamericano, así como un ejemplo de vida académica que va desde la construcción de categorías sociales del Sur Global pasando por el establecimiento de una epistemología sistémica, compleja e interdisciplinar hasta la concreción de proyectos político educativos como el Colegio de Ciencias y Humanidades. En definitiva, Don Pablo es un ejemplo de intelectual y ciudadano que generó cambio social en México a través de su quehacer universitario.

La obra intelectual de Pablo González Casanova forma parte del acervo cultural de los grandes pensadores del siglo XX, entre los cuales encontramos a gente como Octavio Paz, Carlos Fuentes y José Revueltas, quienes contribuyeron a la transformación post revolucionaria de nuestra patria. Su trayectoria política, social y educativa fue siempre humanista; buscando la mejoría y progreso de las clases sociales desfavorecidas, como campesinos e indígenas. Pionero en la trayectoria en pos de la justicia social, existe una relación coincidente entre sus pensamientos y los del actual presidente de la República al buscar el bienestar de los pobres y marginados. Rector de la UNAM y fundador del CCH con una interesante vida imposible de resumir en unas líneas, a quien seguimos pidiendo prestados sus hombros para que las nuevas generaciones suban en ellos y continúen adelante el camino hacia la equidad y justicia social. Es un honor dedicar con mucho respeto unas gotas de gratitud en medio de un océano de reconocimientos merecidos y damos gracias a la vida por la longevidad y aportaciones culturales de tan ilustre mexicano.

Al pensar en Don Pablo, reconozco a un hombre de proyección mundial que ha contribuido inmensamente al desarrollo de las ciencias sociales y que ha hecho invaluables aportaciones al conocimiento y la creación de instituciones. Su apertura a la renovación del pensamiento es una de sus características mas destacadas. En ese tenor, el diálogo que ha promovido por largo tiempo, entre ciencias y humanidades ha generado cambios en instituciones y en concepciones sobre las transformaciones de la sociedad contemporánea actual. Don Pablo propaga un gran entusiasmo por explorar nuevas y retadoras reflexiones sobre nuestra realidad social y por emprender nuevos proyectos académicos. Es un ejemplo de vida para muchos académicos de mi generación y sin duda alguna un pilar fundamental en la vida de nuestro Instituto. Muy feliz cumpleaños.

Su responsabilidad como docente quedará plasmada a través de su práctica académica con responsabilidad y su ética profesional, esta se entiende como el compromiso con el cumplimiento y preparación para la ejecución de sus actividades académicas y la preocupación por la formación de valores universitarios.

Conozco a Pablo (como él me insiste lo llame) desde que puedo hacer memoria. Sí, he tenido ese privilegio de abrevar tanta riqueza del testimonio de su vida misma. Décadas de diálogo, enseñanzas, anécdotas, inspiración y acción, porque con él el aprendizaje es una actividad vital, integral, de complejidad, cotidiana, generosa. Dicen que más sabe el diablo por viejo, pero a Pablo desde los 50 le llegaron los ‘sin cuenta’ y con cada año florece y su compartencia se torna más dulce.

La democracia en México (1965) es una pieza clave en la historia mexicana. Además de sus enormes méritos académicos, hizo una apuesta clara, explícita y razonada a favor de una transición pacífica a la democracia.

7230248-8 es mi número de cuenta como miembro de la primera generación del CCH-SUR y que en este mes de abril cumplirá 50 años. Gracias a la visión del Dr. Pablo González Casanova, muchos jóvenes de aquellos años, como yo, no hubiéramos tenido la oportunidad de ser universitarios y todo lo que ello implica, si no se hubiera abierto el sistema CCH. Yo no lo hubiera conocido y, mucho menos, participado en varios de los seminarios que organizó a finales del siglo pasado y tampoco, haber aprendido todo lo que se discutió en ellos y que formaron parte de varias colecciones de libros como por ejemplo “Los movimientos sociales”, estudio pionero y sistemático sobre una perspectiva de análisis de la realidad social, “Las democracias emergentes”, “El sistema político mexicano de la A a la Z”, “La Biblioteca México: Actualidad y perspectivas”. Una de las ideas que se me quedó grabada en la invitación a esos seminarios fue, en palabras de Don Pablo, la de dejar atrás “la pereza sociológica” que impide ir a lo “real increado”. Su insatisfacción por esa “realidad” actual y su constante búsqueda de lo nuevo lo ha llevado a ir siempre a contracorriente. Don Pablo gracias por sus enseñanzas. Larga vida al comandante Contreras.

En el año de 1993, me sabía mujer de origen rural y pobre en una región hablante de lengua indígena, pero en el año de 1994, con el surgimiento del movimiento social encabezado por el EZLN, el concepto de colonialismo interno tomó profundo sentido en mi experiencia personal y formación profesional porque me situé como mujer indígena cuya historia personal, familiar, regional y nacional seguían siendo marcada por esas relaciones de dominación instaladas en el siglo XVI. En el presente, el aporte teórico de Pablo González Casanova leído desde la perspectiva decolonial me permite comunicar mejor a mis estudiantes universitarios que el racismo y el folklore alojado en el imaginario colectivo se explica porque en pleno siglo XXI, seguimos reproduciendo el colonialismo interno.

Pablo González Casanova ha sido una persona que durante toda su vida se ha encargado de reivindicar el conocimiento, gran ejemplo de ello fue el ser protagonista de la creación de los cchs. Ha marcado un gran ejemplo de cómo debe de ser el estudiante, que sin importar lo complicadas que puede ser las luchas y problemas sociales, nosotros debemos ser conscientes de los problemas, participar y solucionarlos, ya que este será la construcción de un mundo mejor para todos.

El doctor González Casanova ha sido un hombre comprometido con sus ideas y firme en sus convicciones, que a través de su obra, de la cátedra y, en general, de su vida como universitario, ha luchado incansablemente por difundir y preservar los valores de la democracia.

Pablo González Casanova cumple 100 años. Tuvo una vida llena de reflexiones críticas, desarrollos teóricos novedosos y con sólidas fundaciones. Consolidó dentro de la UNAM instituciones, donde encabezó la rectoría, fundó del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades y sigue investigando en el Instituto de Investigaciones Sociales. Quiero destacar también su lado personal como esposo cariñoso y preocupado por Marie Anne, cuando ella desarrolló una enfermedad incurable. Fue también un amigo afectuoso y ha formado cientos de jóvenes con capacidad epistemológica crítica. En sus análisis contra todo tipo de explotación, su profundo entendimiento del machismo en México y su transformación personal, su lucha por la democracia y contra todo tipo de colonialismo, incluido el colonialismo interno, lo han convertido en uno de los científicos más destacados, donde apostó a un socialismo democrático. Como dice Marcos Roitman fue un maestro artesano de las conciencias rebeldes y los y las Zapatistas le han dado el nombramiento de Comandante Insurgente Pablo Contreras.

Para mí, el legado de Don Pablo González Casanova en la UNAM trasciende a numerosas generaciones y a estudiosos de la democracia, la formación de recursos humanos en ciencias y humanidades, la investigación y el compromiso de las ciencias con los grupos de la población más vulnerados por la injusticia y la desigualdad. Don Pablo González Casanova es un longevo ejemplo de coherencia en la vida, humildad, entrega universitaria y un envejecimiento saludable, activo y digno.

Tuve la fortuna de desarrollar mi carrera como sociólogo aprovechando los avances que Pablo González Casanova impulsó en el desarrollo institucional de las ciencias sociales y desde luego en consolidación teórica y metodológica de las disciplinas. Como estudiante aproveché sus innovaciones como director de la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales. Como investigador ingresé al Instituto de Investigaciones Sociales respondiendo a su invitación y ahí me vi favorecido por su dirección y su incansable esfuerzo para desarrollar un conocimiento científico de la realidad mexicana. Valoro mucho el papel de Pablo González Casanova como científico social, pero también su militancia en las luchas de los pueblos originarios y en general de los sectores marginados, su compromiso con el socialismo y la emancipación de los pueblos de América Latina. En todas sus actividades su liderazgo moral ha sido ejemplar y muchos nos hemos visto alentados por él.

Mi imagen del doctor González Casanova siempre ha sido la de un pionero, constructor de instituciones y promotor de vanguardias científicas. En mi caso, la lectura que hace del contexto político y social que condiciona la forma particular de expresión de la democracia en el México de los sesenta siempre ha sido el referente de un punto de inflexión en la investigación de los problemas políticos del país. La democracia en México inició, además, una tradición nacional de investigación sobre nuestra realidad, que antes de él había sido potestad de académicos extranjeros.

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