La visión sobre los problemas agropecuarios y la ciencia en tres actos

Primer acto: México

Durante la investigación posdoctoral desarrollada en el IIS-UNAM he tenido la oportunidad de conocer cómo, desde los laboratorios científicos, se erigió y desarrolló un producto biológico para el control de la antracnosis, enfermedad que ataca a varios cultivos como el mango, papaya, aguacate, fresa, entre otros. Es cautivante comprender y analizar cómo desde la investigación básica un grupo de científicos del Centro de Alimentación en Alimentación y Desarrollo de Culiacán (CIAD-Culiacán) y del Instituto de Biotecnología de la UNAM (IBt) en Cuernavaca se dedicó durante años al estudio del hongo Colletotrichum gloeosporioides, causante de la antracnosis. Gracias a un trabajo constante y riguroso, la investigación básica se encaminó hacia el desarrollo de una innovación biotecnológica; y luego de la creación de una empresa derivada del IBt (Agro&Biotecnia) hoy en día se comercializa exitosamente el biofungicida Fungifree®.

Fungifree® es la síntesis del proceso de fabricación social de una innovación biotecnológica en donde, además de científicos, participaron autoridades universitarias, gubernamentales, empresarios y, por supuesto, agricultores. En un artículo de investigación científica que está en preparación analizo en detalle la genealogía de esta innovación y el uso social de este conocimiento científico1. Aquí solo quiero llamar la atención sobre el conjunto de toma de decisiones desde los ámbitos científico, político y económico para dar solución a un problema concreto que aquejaba a los agricultores mexicanos.

Desde los paradigmas de la ciencia y las huestes gubernamentales, el hongo Colletotrichum gloeosporioides fue combatido con éxito. La estrategia fue simple: estudiar el hongo para comprender su comportamiento y hallar un microorganismo antagónico que pudiera controlar sus efectos en los árboles y frutos donde osa vivir. Luego de años de investigación, los científicos encontraron que el agente biológico antagónico (el enemigo natural, para decirlo coloquialmente) de dicho hongo es la bacteria Bacillus subtilis cepa 83. Pero todo el proceso de investigación reducido en esa lánguida frase no debe hacernos olvidar la complejidad de la producción de conocimientos y la fabricación del biofungicida, ambos procesos cognitivos, sí, pero también sociales, pues sin decisiones políticas acertadas y sin recursos financieros no se habría podido llegar a dicho producto.

México –no como un todo abstracto, sino como una singularidad de sujetos e instituciones– tomó la decisión acertada en el sentido de aprehender la antracnosis como un problema natural-social (un problema real en toda la expresión del término). Esta visión científico-política le permitió buscar una solución concreta que, aunque tomó años, hoy puede ufanarse de tener en el mercado un producto biotecnológico que controla eficazmente la antracnosis.

Segundo acto: Colombia

Hace tan solo unos días las autoridades agropecuarias de Colombia confirmaron la presencia del hongo Fusarium oxysporum f. sp. cubense (Fusarium R4T) que causa la enfermedad fusariosis del banano. En las primeras declaraciones públicas sobre el problema, el ministro de agricultura colombiano, Andrés Valencia, dijo que el hongo podría provenir de los migrantes venezolanos que han llegado al país. Muy al estilo del actual gobierno, lo primero que al ministro se le ocurrió hacer fue endilgar a Venezuela un problema agrobiológico de Colombia. Y mientras el ministro lanzaba hipótesis politizadas sobre la ruta del hongo desde la “castrochavista” Venezuela, un medio de comunicación encontró que la gerente del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), Deyanira Barrero, mantuvo en secreto la presencia del hongo en territorio colombiano aduciendo que este tipo de problemas no se suele poner en conocimiento público pues lo considera un secreto de Estado2.

Ante un problema concreto, las autoridades colombianas optaron por manipular y esconder información trascendental antes que estudiarlo y buscar una solución. Las únicas propuestas enunciadas hasta el momento por parte de las autoridades es erradicar los cultivos afectados y fumigarlos con glifosato, un herbicida catalogado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. La salud y el bienestar económico de los agricultores será sacrificado en aras de la ideología del orden estatal.

Hoy se sabe que el Fusarium R4T ha sido implacable con más de 170 hectáreas de banano en el norte de Colombia, pero a ninguno de los funcionarios del gobierno se le ha ocurrido establecer instrumentos contingentes de política pública para investigar la fenomenología de la fusariosis, como se dice en el ámbito científico. La visión politizada de los funcionarios se ha antepuesto a la lógica científica que establece estudiar un problema para comprender su dinámica y así generar conocimiento confiable para su posible solución.

Pero concedámosle al gobierno colombiano el beneficio de la duda: según el ICA, desde junio del presente año se conoce la presencia del hongo en Colombia, tiempo realmente corto para que pudieran tener establecida hoy una campaña científica rigurosa para su solución. Lo que debemos rechazar, empero, es la actitud irresponsable de ocultar y tergiversar información sobre un problema social y, más aún, tomar decisiones ligeras que ponen en riesgo la salud de las personas como asperjar los cultivos afectados con el agroquímico glifosato.

Si en Colombia se pensara con la ciencia antes que con la ideología ya se habrían convocado a grupos de científicos de diversas universidades e institutos de investigación para iniciar el estudio del hongo Fusarium R4T, se estarían buscando recursos para apoyar las investigaciones y se estaría informando a la ciudadanía sobre lo que se conoce y se desconoce de la enfermedad. Pero la única salida que se ha mencionado (al menos públicamente) es la de erradicar y fumigar (que es el mismo tratamiento que el gobierno le ha dado a los cultivos de coca, como si el problema del narcotráfico radicara en la planta).

La visión de Colombia –otra vez, no como un todo abstracto, sino como un conjunto de actores específicos– sobre la ciencia y su contribución a la solución de problemas agropecuarios –y, por ende, sociales– ha sido, en este caso, pobre y limitada. Es el reflejo de décadas de aislamiento y desinterés de la ciencia por parte de los políticos y sus agendas gubernamentales.

Tercer acto: ciencia y sociedad

La fusariosis es similar a la antracnosis porque es causada por un hongo y porque ataca cultivos específicos. Ambas enfermedades constituyen un problema social porque terminan impactando negativamente los ingresos de los agricultores al no poder exportar los productos afectados. Las acciones diferenciadas en los casos que he presentado pueden ser un ejemplo vago pero válido de cómo se establecen en la sociedad visiones diferenciadas acerca de los problemas sociales y el rol de la ciencia para la búsqueda de soluciones. El vínculo entre ciencia y sociedad puede ser fuerte como en el caso de México, o puede ser débil como en el caso de Colombia.

Pero no se trata de señalar solo al sector político, pues como lo planteara hace más de 50 años el físico argentino Jorge Sabato (primo del escritor Ernesto Sabato), la trama del desarrollo de una nación se articula por la integración del Estado (gobierno), la estructura productiva (empresarios) y la infraestructura científico-tecnológica (universidades). De manera que encontrar solución a un problema como la fusariosis a través del conocimiento científico y de la innovación tecnológica es un asunto complejo, social. Requiere la participación de diversos sectores y la interlocución de sujetos competentes que retroalimenten la búsqueda de soluciones desde sus distintos saberes para tomar las decisiones acertadas.

Un fenómeno de la naturaleza que se convierte en problema social y luego deviene problema científico es algo que ocurre todos los días; la manera en cómo se entienden y se atienden esos fenómenos es lo que marca la diferencia entre una sociedad y otra en términos de la vinculación ciencia-sociedad.


1 El artículo se titula “Vicisitudes de la transferencia tecnológica en México: arenas epistémicas, coproducción y uso social de la bacteria Bacillus subtilis”.

2 La nota periodística se puede ver en este enlace: https://canal1.com.co/noticias/posible-presencia-de-fusarium-habria-sido-alertada-desde-mayo/

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Becario Posdoctoral del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

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