¿Y dónde está el periodismo científico?

Hace un par de días, María Isabel Rueda, abogada y columnista de El Tiempo, uno de los diarios más importantes de Colombia, escribió en su columna una defensa del uso del glifosato para la erradicación de cultivos de coca. La publicación se tituló “Glifosato: ¡pongámosle sensatez!”1, y claramente se alinea con el anuncio del Ministro de Defensa y del propio Presidente de Colombia, Iván Duque, de volver a asperjar de manera aérea los “cultivos ilícitos” con dicho herbicida. Valga la pena mencionar que este anuncio del Gobierno pasa por alto la prohibición de la aspersión aérea con glifosato que existe en Colombia desde 2017 a través de la Sentencia T-236-17 de la Corte Constitucional.

No me voy a referir aquí a la controversia sobre la afectación a la salud o no del uso del glifosato; pero quiero llamar la atención sobre la manera en la cual la columnista Rueda ha tomado postura en dicha controversia. Para escribir su columna, Rueda se basó en un documento publicado por la Universidad Sergio Arboleda, de Bogotá. Como lo reconoció uno de los autores en una emisora radial2, dicho documento no es un estudio, ni una investigación sistemática sobre los efectos del glifosato en la salud, sino más bien un compilado de otros estudios previos al respecto. Y un dato que no es menor: la publicación de la Universidad Sergio Arboleda fue auspiciada por la empresa Bayer y la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), que defiende los intereses de los industriales en Colombia. De manera que para escribir su columna de opinión, Rueda se basó en un documento patrocinado por el dueño del herbicida en donde se seleccionaron una serie de estudios, no todos.

Ya en la columna en sí, Rueda que no es química (y que tampoco se asesoró de una persona experta para escribirla), se refiere a la fórmula del glifosato a partir de sus componentes diciendo que no nos preocupemos porque éstos hacen parte de las proteínas y los nutrientes del suelo. Aquí es donde se hace evidente la problemática que quiero resaltar. Es irresponsable que una columnista se base en una compilación sesgada por intereses económicos, pero además que quiera “tranquilizar” a sus lectores tratando de explicar una disciplina en la cual ella no es experta.

Pero hay más. María Isabel Rueda es conocida por su oposición a las políticas del expresidente Juan Manuel Santos. Por ello, no es casual que inmediatamente después del título de la columna se lea: “Por política, más que por salud, Santos sacó el glifosato, y el país volvió a inundarse de coca”. Uribista por convicción, Rueda claramente busca generar una opinión desfavorable de Santos y su política de erradicación manual de los cultivos de coca. Para ello se ha valido de una compilación hecha desde la Facultad de Economía de una universidad de Bogotá auspiciada por la empresa dueña del glifosato. No se puede ser más contradictoria como profesional.

Todo esto me ha puesto a pensar en la profunda necesidad e importancia del periodismo científico en cualquier sociedad que quiera catalogarse a sí misma democrática. Considero que la principal función del periodismo científico es informar a la ciudadanía en aquellos aspectos en los cuales los científicos trabajan. El papel del periodismo científico es hacer comprensible a cualquier persona las complicadas teorías, ecuaciones, fórmulas, hipótesis y hallazgos que hacen parte del mundo de la ciencia. Y dicha labor es tan importante para una sociedad como el trabajo científico en sí mismo.

Decía Feyerabend que la ciencia es una tradición social como cualquier otra, por ello debía estar abierta a la sociedad y en constante control por parte de ésta. Pero para que un control de este tipo sea posible se requiere una sociedad informada. He ahí el papel fundamental del periodismo científico. Si se quiere generar una ciudadanía informada se debe tener una formación mínima y hacer un seguimiento al desarrollo de las investigaciones científicas que se han hecho para dar cuenta de las diferentes posturas, hallazgos y riesgos existentes. No cualquier opinador o columnista puede informar seriamente sobre temas tan álgidos como el uso o no del glifosato. Y así con cualquier controversia científica que involucre problemas sociales.

El periodismo científico requiere habilidades específicas de indagación, comprensión y comunicación. Esto se logra a través de una formación particular (así como sucede con el periodismo deportivo) y de una práctica seria por parte del profesional. Solo así se logra forjar una opinión informada en la sociedad y no la réplica de ideologías o doctrinas que buscan intereses particulares. El caso del actual gobierno colombiano y su interés en el retorno del uso glifosato es un claro ejemplo de ello: Duque tiene la presión de Estados Unidos de reducir las hectáreas cultivadas con coca a riesgo de que el país sea descertificado en materia de lucha contra el narcotráfico, lo cual implicaría la pérdida de importantes ayudas económicas con la cual se financian las Fuerzas Armadas.

Volviendo al tema del periodismo científico –y para concluir– lamentablemente cada día tenemos que leer y escuchar a más y más periodistas sesgados por intereses económicos o políticos, pero este no debe ser el ejemplo para ejercer la profesión. Y en temas científicos esto se hace más relevante porque muchas veces los desarrollos científicos y tecnológicos conllevan a la toma de decisiones por parte de los políticos. Lo que deberían hacer los medios de comunicación es abrir muchos más espacios a los periodistas científicos para que realmente puedan hacer contrapunto a los opinadores y darles la relevancia que toda sociedad necesita. Por ello, ante la desafortunada columna de Rueda habría que escribir una respuesta que bien podría titularse “Periodismo: ¡pongámosle rigurosidad!”.


1 La columna se puede leer aquí: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/maria-isabel-rueda/glifosato-pongamosle-sensatez-columna-de-maria-isabel-rueda-379552

2 La entrevista se puede escuchar aquí: https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/trabajamos-con-la-andi-y-con-bayer-para-informacion-sobre-glifosato-alberto-schlesinger/20190625/nota/3919154.aspx


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Becario Posdoctoral del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

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