Desafíos y oportunidades en la comunicación de la crisis climática

Ilustración: VoLoFoundation

La crisis climática está cada día más presente en nuestras vidas, con consecuencias que afectan nuestra cotidianidad entre las cuales destacan eventos extraordinarios como sequías o huracanes (pensamos en Otis y en la sequía severa que el país está sufriendo). Sin embargo, la crisis climática no se ha convertido en una prioridad para el gobierno o la academia, ni para la mayoría de la población. Esto se debe a factores económicos, sociales, culturales y psicológicos, pero también a la forma en cómo se ha comunicado el cambio climático.

Por eso, hemos organizado en el IIS-UNAM un conversatorio virtual el pasado jueves, 7 de diciembre, con el objetivo de reflexionar sobre las formas más adecuadas para comunicar la ciencia del cambio climático. En el evento, moderado por Poma (IIS), compartieron su experiencia Elaine Reynoso (México), Carmen Sánchez (México), Xavier Gómez (Ecuador) y Paola Muñoz (Ecuador) ayudándonos a entender la situación actual de la difusión y divulgación científica y compartiendo recomendaciones.

Las y los participantes respondieron a tres preguntas detonadoras que se resumen a continuación:

¿Cuál es la situación actual de la comunicación de la crisis climática?

Para Reynoso, una de las principales dificultades para acercar el hecho científico radica en que las personas piensan que el cambio climático es un tema que no les corresponde, que es responsabilidad de los gobiernos. En ese sentido, la especialista sugirió que habría que comunicar lo que se llama el “círculo de la buena voluntad”, con el que se pueda evidenciar la interrelación entre distintos contextos como el internacional, nacional y local. En la base está la idea de que si seguimos pensando que la crisis climática solo afecta a lugares o personas lejanas no sentiremos la necesidad de actuar para revertirlo. Mientras que, si percibimos los efectos en nuestro entorno y vida cotidiana es más probable que tomemos conciencia.

Sánchez se refirió a las estrategias de comunicación globales. La invitada reveló que la percepción pública del cambio climático ha progresado de distintas maneras dependiendo del contexto, por lo que es necesario explicar que el problema ya lo tenemos aquí, pero sin generar emociones como ansiedad y miedo (ver Muñoz y Viteri, 2022). Esta no es una tarea sencilla, ya que “es una comunicación muy compleja, porque debe plantear una reorganización entre la humanidad y la naturaleza. Sin embargo, a veces la cobertura queda limitada a los criterios de noticiabilidad”.

Para Gómez, investigador y periodista, una de las prácticas inadecuadas en la comunicación es que suele enfatizar en el qué y no en los porqués (ver Gómez, 2018). Haciendo una autocrítica a su profesión, afirmó: “Aunque la responsabilidad no es únicamente del periodismo, sino de otros actores como la academia, organismos no gubernamentales, activistas, etc., los medios deberían contar con espacios fijos en sus agendas en los que todo el tiempo nos den información sobre la crisis climática, considerando la trascendencia que tiene este tema en la actualidad”.

Por su parte, Muñoz expuso que la comunicación del cambio climático es problemática porque vivimos en un contexto en el que todo se pone en entredicho, por lo que no basta con tener la razón. La doctora en Comunicación hizo hincapié en que “Los actores que le anteceden al periodista son fundamentales para hacer accesible el hecho científico. En América Latina suele ocurrir que el periodista no es especialista de la sección en la que se desempeña, por lo que no cuenta con todas las herramientas para realizar una adecuada jerarquización informativa. Conscientes de aquello, quienes generan el conocimiento deben procurar hacerlo lo más accesible posible para que los periodistas lo acerquen de manera adecuada a las audiencias”.

La segunda pregunta tuvo con ver con las mayores dificultades y desafíos de la divulgación de la crisis climática.

Según Reynoso, hay tres cuestiones que plantean los mayores desafíos: 1) todo lo relacionado con la complejidad del tema, entendiéndose por complejo que depende de muchas variables. “El clima mismo es un sistema complejo, depende de factores internos y externos de la Tierra. También depende de la integración de muchas áreas de conocimiento, por lo que es más difícil de comunicar. Por ejemplo, nos cuesta mucho trabajo imaginar cosas que ocurren en cientos o en miles de años. Somos una generación de la abundancia y nos cuesta imaginar un poco las consecuencias del cambio climático”; 2) lo relativo a los intereses políticos y económicos; y 3) las emociones (para este tema ver Poma y Gravante, 2021).

Para Sánchez, es necesaria una comunicación asertiva que nos permita ver soluciones. Esto implica el manejo de la información científica, ya que “el público ya tiene un cúmulo de información errónea. Vivimos en la época de la posverdad. Nos enfrentamos a la necesidad de contar con comunicadores formados específicamente en estos temas”. Otro reto vendría de la dinámica de internet, ya que allí se mezclan información y opinión; y de reconocer que la transición ecológica requiere de una sensibilización sin precedentes, puesto que “cuando los efectos se perciben como lejanos se genera inacción”.

Otro factor para reflexionar es el lenguaje. Según Gómez, el lenguaje excesivamente formal genera una barrera, por lo que hay que traducir lo que dicen los científicos. Además, es necesario mirar a la naturaleza y al campo porque, por ejemplo, “hay un gran desconocimiento de dónde viene el agua (ver Gómez, 2021), los productos que consumimos…, por lo que es necesario mirar hacia la ruralidad. Hay que cambiar, por lo tanto, los criterios de noticiabilidad para ir superando esto. Hay que buscar historias que reflejen lo importante de este tema”.

Para Muñoz, las mayores dificultades de la comunicación de la crisis climática radican en equilibrar una narrativa en la que por una parte somos víctimas de las consecuencias del cambio climático pero, por otra, también somos responsables. Como ella afirmó: “Los psicólogos ambientales han mencionado la importancia de controlar el miedo, sin reducir los niveles de peligro, ya que eso genera la creencia de que no tiene sentido actuar si ya todo está perdido (ver Muñoz, León y García, 2019). Es necesario recordar que en un planeta en el que habitamos más de 8000 millones de personas las acciones individuales no son menospreciables”. Otro desafío, ligado a los derechos de las audiencias, es generar contenidos en distintos formatos para un público que es heterogéneo, con intereses diferentes, en el que se cubran también las necesidades de quienes tienen capacidades reducidas, por ejemplo, por no poder ver.

¿Qué recomendaciones harían a académica/os y activistas para mejorar la comunicación de la crisis climática?

Reynoso insistió en que si bien el cambio climático es un fenómeno global, este se siente a nivel local, por lo que es importante conocer los problemas locales puntuales que genera para acercar el tema. Por ejemplo, trabajando con científicos locales. Según su experiencia, “la estrategia comunicativa sería mostrar el impacto de las acciones individuales. Si vemos el impacto a nivel global, podemos llegar más a la gente”. Esta recomendación hace evidente la importancia de investigaciones locales sobre impactos y alternativas a la crisis climática, que aún son escasas.

Según Sánchez, es posible modificar actitudes a partir de la revisión de los valores. En ese sentido, es fundamental conocer a la audiencia y abordar adecuadamente las incertidumbres científicas y climáticas, hablar sobre un mundo real y no abstracto, conectarse con lo que le importa a la audiencia, contar historias humanas, utilizar una comunicación visual adecuada, mostrar personas reales, no modelos alejados del mundo, emplear escalas adecuadas, basarnos en información científica acreditada, comunicar el problema, pero con sus soluciones, buscar la movilización transmitiendo ese sentido de urgencia y, por último, evitar comunicar que el cambio climático es un problema de las generaciones venideras, porque ya se están viviendo las consecuencias.

Gómez recomienda que los medios de comunicación, las universidades y el activismo busquen la manera de integrarse ya que, habitualmente, trabajan de manera separada. Agregó que es importante entender cómo funciona la comunicación hoy en día (ver Gómez y Muñoz, 2023 y Gómez, 2021), pues “el consumo es en su mayoría digital y transmedia. La comunicación no es unidireccional. No basta con emitir información, hay que interactuar con las audiencias, ya que pasa que la investigación se queda en los círculos académicos”. En este sentido, el Dr. Gómez recomendó desmenuzar “la información para hacerla llegar a diferentes espacios y generar esa participación. No nos quedemos en comunicar el qué sino los porqués, las consecuencias”.

Por último, Muñoz recordó experiencias exitosas anteriores, como la de la comunicación del deterioro de la capa de ozono, en la que se habló de los problemas pero, sobre todo, de las soluciones, lo que llevó a la firma del Protocolo de Montreal (ver Muñoz, 2022). Otro aspecto importante sería dar mayor énfasis a la ciencia y su método en lugar del cientificismo, por el que las opiniones cobran mayor importancia que la evidencia científica (ver Muñoz, 2021).

Esperamos que este espacio de reflexión alimente la discusión sobre cómo podemos mejorar la comunicación de la crisis climática, con el objetivo de generar CON-CIENCIA (ver Poma y Gravante, 2022) superando las muchas barreras (ver Corraliza, 2022) que están dificultando una respuesta seria y efectiva a esta crisis global que tenemos que enfrentar colectivamente y con un enfoque de justicia para que no se perjudique a sectores desfavorecidos, personas o especies.

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Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

Paola Muñoz
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Profesora de la Universidad de Monterrey y Directora de la Agencia Informativa UDEM

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