Desigualdades

No es lo mismo vivir la pandemia en países denominados del primer mundo, que hacerlo desde nuestras realidades latinoamericanas, las cuales denotaron desde un inicio imposibilidades para que la gente asumiera las medidas, que se presumía, evitarían la rápida propagación del virus. Las recomendaciones y medidas sanitarias fueron las mismas: quedarse en casa, usar tapabocas o mascarillas y lavarse las manos constantemente. Las condiciones, empero, desde las que cada cual siguió estas medidas, varían por ciudad, barrio, estado, región o país. Ahí donde no es posible quedarse en casa porque hay que salir a trabajar; ahí donde los servicios básicos impiden el acceso al agua; ahí donde es imposible costear el uso de mascarillas; ahí donde las viviendas no son adecuadas o, simplemente, ahí donde no hay viviendas donde permanecer la vida en pandemia es muy distinta. Como representación de lo descrito, están las postales y reflexiones de un metro que no paró, de la gente que siguió saliendo a trabajar para sobrevivir, de las mujeres que decidieron salir a marchar y exigir sus derechos ante la violencia de género que viene causando más daño que el propio virus.

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