El machismo y el patriarcado son pandemias para las que no hemos logrado hallar vacuna. El clamor se viene escuchando a diario por las tristes calles de ciudades de polvo, donde la vida de una mujer vale menos que un taco. Mujeres asesinadas, maltratadas física y emocionalmente, violadas, desaparecidas, vilipendiadas, cosificadas, esclavizadas, y todos los vejámenes que puedan surgir de la maldad humana. El ¡basta ya! se ha escuchado desde el norte hasta el sur de Latinoamérica, un clamor que en México no ha encontrado oídos y que ha tomado otras formas para exigir atención y justicia. A la cabeza, mujeres que se alzan en las barricadas construidas como naciones.
La postal aquí expuesta denota la conclusión de una marcha del 8M, en la que las mujeres que participaron en la protesta se congregaron alrededor del asta bandera de Acapulco de Juárez, Guerrero, un símbolo patrio con anatomía fálica. En este espacio expresaron su inconformidad con arengas, pancartas, música, bailes, y textos contra lo que consideran las oprime y denigra. Previamente, las voceras del colectivo dieron declaraciones a la prensa y leyeron un pliego de peticiones dirigidas al gobierno.
Se trató de una observación participativa. La observadora actuó como miembro de una colectividad, que si bien no tenía vínculos personales previos, sí compartía una motivación y se ubicaba en la misma lógica disruptiva. Tanto la actividad como el espacio facilitaron el ejercicio, puesto que había miembros de los medios de comunicación locales tomando registros visuales, y las mismas participantes de la marcha grababan y tomaban fotografías. Además, fue un encuentro para visibilizar un fenómeno actual, pertinente y que abarca un grupo poblacional amplio.
En los últimos años, las marchas del 8M en México se han caracterizado por reunir cientos, miles y hasta cientos de miles de mujeres en los diferentes estados de la nación, no obstante, ad portas de la denominada tercera ola de Covid-19 (enfermedad provocada por el SARS-CoV-2), no se esperaba la afluencia registrada en 2021. Este era un escenario especial, porque no solo se consideraba la posibilidad de contagio, sino también la confrontación al miedo a la muerte y a la pérdida que ha suscitado el virus en la población. Salir en masa a habitar un mismo espacio implicaba, literalmente, ver de frente a los más inexpugnables temores de cualquier mortal. A pesar de ello, allí estaban las mujeres, protagonistas de una guerra impuesta por la historia y la involución humana.
El panorama es sombrío, según informan en el portal El Economista: “En promedio en México cada día se reportan 611 incidentes de violencia familiar, 160 presuntas víctimas de lesiones dolosas, 46 presuntas víctimas de violación y 10 asesinatos (feminicidios y homicidios dolosos), de acuerdo con las cifras del SESNSP (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública)” (García, 10 de marzo de 2021). Y aclaran desde el informativo que tales delitos de género presentan una tendencia de crecimiento.
En el estado de Guerrero en particular la condición de las mujeres ha despertado las alarmas nacionales. Al respecto, indican desde el medio de comunicación Animal Político que en esta región del país: “fueron asesinadas entre cuatro y cinco mujeres a la semana durante los últimos seis años. El estado se encuentra entre las 10 entidades con más casos de homicidio doloso en contra de mujeres por cada 100 mil habitantes femeninas, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo. En 2019 se ubicó en el quinto sitio y en 2020 en el séptimo” (Sánchez, 13 de marzo de 2021). Estadísticas que conllevan a explicar la reflexión en los medios locales de Acapulco de Juárez sobre el significativo aumento de mujeres reunidas en la marcha del 8 de marzo de 2021, en relación con los años anteriores, y teniendo en cuenta que esta es la ciudad más importante de Guerrero. Adicionalmente, señalan en la nota periodística que: “En el estado el número total de llamadas al 911 por violencia de género pasó de 5 mil 480 en 2019 a 6 mil 678 en 2020. Siendo la octava entidad en el país con más llamadas de ese tipo” (Sánchez, 13 de marzo de 2021).
Lo anterior reitera que el agresor está dentro del espacio privado, pues que la seguridad de las mujeres y niñas sea vulnerada en tiempos de pandemia y confinamiento, solo permite una conclusión. Entonces la disyuntiva fue: morir en la vivienda o exponerse a morir por salir a denunciar y exigir en las calles. Pocas opciones y ninguna alternativa.
Tomarse las principales avenidas de las ciudades del país no fue una decisión a priori de las marchantes, era una cuestión de vida y dignidad, pues la emergencia de las luchas sociales no cesa en contextos de ruptura como la pandemia. La movilización se erige como expresión de la indignación de colectivos excluidos. Por su parte, el resto de la sociedad hacía explícito su horror ante los posibles actos vandálicos de aquellas mujeres, a la par que evidenciaba su juicio moral sobre el riesgo de marchar en medio de una pandemia.
Ahora las pañoletas verdes y moradas no solo cubrían la identidad de las marchantes y se lucían como símbolos de la opresión patriarcal, también cumplían la función de protegerlas del SARS-CoV-2, virus que han vendido como incurable pero al que la misoginia le lleva siglos de camino. Detrás de la capucha está cualquier mujer que puede luchar por sus derechos.
La marcha del 8M de 2021 fue percibida como una transgresión social más relevante que los ya conocidos ríos de mujeres en tiempos de “normalidad”, como práctica que resiste, la acción política se apropió del espacio público resignificando su uso impuesto desde el inicio de la pandemia. Esta época histórica para la humanidad, que debería distinguirse por la tranquilidad de estar y ser en casa, la solidaridad y la toma de consciencia, es el momento en el que más se han potencializando las violencias contra las mujeres. Pero ante el temor, la movilización de miles de guerreras que danzaron al compás de “Vivas se las llevaron, vivas las queremos”.
Referencias
García, A. (10 de marzo de 2021). #8M2021: ni la pandemia detuvo la violencia de género: 10 mujeres son asesinadas cada día en México. Recuperado el 29 de mayo de 2021 de https://www.eleconomista.com.mx/politica/8M2021-ni-la-pandemia-detuvo-la-violencia-de-genero-10-mujeres-son-asesinadas-cada-dia-en-Mexico-20210310-0044.html.
Sánchez, L. (13 de marzo de 2021). Mujeres en Guerrero: así se vive la violencia de género en la entidad. Recuperado el 29 de mayo de 2021 de https://www.animalpolitico.
com/elsabueso/mujeres-en-guerrero-asi-se-vive-la-violencia-de-genero-en-la-entidad/.
Hecho en México, Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, todos los derechos reservados 2021. Esta página puede ser reproducida con fines no lucrativos, siempre y cuando no se mutile, se cite la fuente completa y su dirección electrónica. De otra forma, requiere permiso previo por escrito de la institución.
Las opiniones expresadas en las publicaciones de este sitio, son responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan la postura del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM