Quienes no pararon…

Introducción

 

El Sistema de Transporte Colectivo Metro se ha convertido en un emblema de la Ciudad de México. Es un sistema neural que interconecta los muy diversos territorios y constituye una necesidad absoluta para la movilidad de sus habitantes. Pensar en el metro a menudo nos evoca imágenes de las horas pico: los andenes, pasillos y vagones completamente atestados, personas luchando por encontrar un asiento vacío, o incluso por hacerse un lugar en un vagón sin más espacio.

Por otro lado, la pandemia por Covid-19 en México nos evoca otro tipo de imágenes: las mascarillas como un nuevo e infaltable accesorio, el uso compulsivo de gel antibacterial tras tocar cualquier superficie o la necesidad de la distancia social para reducir el riesgo de contagio.

Estos contrastes me llevaron a preguntarme: ¿Cómo cambió el uso del metro durante la pandemia? ¿Qué tanto disminuyó la afluencia de gente? Dada la imposibilidad de dejar de usar este medio de transporte para miles de personas, ¿es posible mantener las medidas de higiene y seguridad o cada viaje resulta un inminente riesgo de contagio? Hubo un gran aumento del teletrabajo y las clases en línea, pero ¿qué pasó con los trabajadores esenciales que no pueden laborar desde casa, con quienes perdieron sus trabajos y tuvieron que salir a buscar nuevas fuentes de ingreso? ¿Qué pasó con quienes no pararon sus actividades?

Esta postal sonora se realizó el domingo 7 de marzo de 2021, en la estación Garibaldi/Lagunilla del Sistema de Transporte Metro, en la Ciudad de México, aproximadamente a las 13:00 horas. En el video se muestran dos lugares distintos dentro de la misma estación, un andén y el pasillo que conecta las dos líneas que confluyen en esta estación. Para grabar el video en el andén, coloqué mi celular en modo vertical recargado en el bolsillo de una mochila. Sin embargo, hacerlo de tal modo me resultó sumamente incómodo, pues al estar relativamente oculto el celular, sentí que podría estar vulnerando la privacidad de las personas. Por ello, me trasladé, para realizar la segunda toma, hacia el extremo del pasillo que se aprecia en el video. Para esta toma, me coloqué sentado en el piso y con el celular en posición horizontal colocado sobre mis rodillas. De esta manera resulté más visible para las personas, aunque no era evidente que estuviera grabando; pero al estar la toma más alejada, al estar portando mascarillas todas las personas y tener la posibilidad de bajar el celular para no mostrar los rostros en caso de que alguien se acercara más al celular, me hizo sentir más confianza de que la confidencialidad de las personas que aparecen en el video no fuera vulnerada.

 

Contexto

 

Un primer aspecto a tomar en cuenta es que, en general, se puede ver poca afluencia de personas. Cuando coincide la llegada de más de un tren a los andenes, el pasillo principal, así como las escaleras eléctricas, se notan aglomerados. En esos momentos es imposible mantener una distancia entre personas que disminuya la probabilidad de contagio. Sin embargo, en un domingo típico, esta misma estación solía estar mucho más transitada, era posible ver un flujo constante de personas. Había quienes se dirigían hacia sus trabajos, familias que iban de compras o simplemente que salían en su día de descanso para su esparcimiento. En esta postal, se ven muy pocos niños y niñas, lo cual puede sugerir que esas dinámicas de convivencia familiar, en la cual los domingos eran un día para salir de paseo, sí se han visto afectadas por la pandemia. Las plazas comerciales y algunos parques públicos cerraron o limitaron el acceso a las personas, lo que implicó que las actividades económicas consideradas no esenciales (como las plazas comerciales, restaurantes, entre otros) funcionaran únicamente al 30% de su capacidad, mientras se hacía la recomendación de no salir de casa salvo que sea necesario (Secretaría de Salud, 2020).

Afuera de la estación Garibaldi/Lagunilla, se encuentran dos lugares comerciales importantes en la ciudad: el mercado de la Lagunilla y Tepito. Esto resulta importante debido a que en la postal se puede ver algunas personas cargando bolsas voluminosas. Mientras me encontraba grabando, un señor se acercó a mí a pedirme dinero porque tenía que “acompletar” para poder comprar unas cosas para vender. Me dijo que había perdido su trabajo debido a la pandemia, de modo que decidió acudir a Tepito –lugar de la ciudad conocido, entre otras cosas, por ser un espacio para la venta de una gran variedad de insumos a precios bajos– para comprar mercancía que revendería posteriormente. El hecho de ver a varias personas con esas bolsas me hace pensar que es posible que la situación de este señor sea común a más personas.

Por otro lado, el mercado de la Lagunilla es conocido por la venta de materiales para la celebración de fiestas, como trajes y vestidos de boda, quinceaños, bautizos, etc., así como cirios y biblias para primeras comuniones, arras y lazos para bodas, entre muchos otros. En algunas de las bolsas que alcancé a ver se asomaban algunos de estos objetos. Esto nos habla de cómo la celebración de estas fiestas continúa en la pandemia, pese a las recomendaciones de no salir de casa de no ser necesario o no realizar reuniones numerosas.

 

El metro: riesgo obligado

 

Una situación central que intento mostrar a través de esta postal es la importancia del metro como medio de transporte para la ciudad, y en el caso específico de la pandemia, cómo este medio se convirtió en un riesgo inminente, pues no todas las personas tuvieron la oportunidad de parar, de trabajar o estudiar a distancia, pues existen trabajos que no se pueden realizar de tal modo. De forma que, si bien durante este periodo la cantidad de personas que ocupaba el metro se redujo considerablemente, no disminuyó lo suficiente para evitar aglomeraciones, principalmente en los días laborales y en horas pico, durante las cuales las personas han tenido que arriesgar su salud entrando en vagones poco ventilados y atestados, en los cuales la “sana distancia” no podía ser mayor a unos cuantos centímetros. La única medida de seguridad para disminuir el riesgo fue el uso obligatorio de mascarillas, lo cual se impulsó obsequiándolas en algunas estaciones (Saúl, 2020), pero por desgracia, esta estrategia no duró mucho tiempo, por lo que, además, las personas debieron incurrir en gastos adicionales para poder, por una parte, disminuir el riesgo de contagio y, por otra parte, para poder usar un medio de transporte absolutamente necesario para su movilidad. Pero este gasto no necesariamente se encontraría al alcance de todas las personas.

Además de las personas obligadas a arriesgarse para seguir trabajando, muchas otras perdieron sus trabajos (Navarrete, 2021), por lo que tuvieron que ajustarse a las nuevas condiciones. Una de las estrategias tomadas fue el autoempleo, comenzar a vender cosas, por lo que lugares como el centro de la ciudad, incluida la zona de Tepito, fueron lugares clave para abastecerse de productos, pero una vez más, el precio a pagar fue el riesgo de contagio, tanto por el uso del metro, como por la gran cantidad de gente que acudía a estos lugares con los mismos objetivos.

 

Conclusiones

 

He querido usar esta postal para reflexionar acerca de las implicaciones de la pandemia para quienes no pudieron parar, para quienes siguieron saliendo de casa para laborar, para quienes se tuvieron que enfrentar a diario al peligro de contagiarse en medio de un vagón repleto de otras personas en la misma situación, y encima de quienes cayó incluso la culpa de la evolución de la pandemia, del incremento de los contagios. Resulta más fácil responsabilizar a los individuos por salir de casa, que brindar las medidas necesarias para que no tengan que hacerlo.

Pero también llama la atención el caso contrario, cómo las medidas de seguridad se han ido relajando cada vez más: el lavado de manos, la “sana distancia”, el uso de mascarillas, el no salir a menos que sea necesario, el no realizar fiestas y reuniones. Tras un año de encierro, quizá hasta el miedo cansa. En esta postal y otras que forman parte de este proyecto, se puede notar cómo las personas gradualmente han vuelto a las calles, recuperando los espacios, volviendo a llenar las plazas públicas y centros comerciales, y recuperando sus actividades de esparcimiento, como salir con la familia, volver a hacer fiestas, regresar a bares y antros, etc. La percepción del riesgo de contagio se va difuminando, banalizando o quizá rutinizando, de manera que nos permitimos portar una mascarilla y gel antibacterial para darnos una sensación de seguridad que nos permita volver a los espacios públicos e intentar recuperar la cotidianidad perdida.

 

Referencias

 

Secretaría de Salud (2020). Lineamientos para la estimación de riesgos del semáforo por regiones Covid-19. Recuperado de: https://coronavirus.gob.mx/wp-content/uploads/2020/11/Metodo_semaforo_COVID_14Septiembre2020.pdf

Saúl, D. (16 de junio de 2020). Secretaría de Seguridad de CDMX regala 50 mil cubrebocas en puntos de alto riesgo de contagio de COVID-19. El Financiero. Recuperado de: https://bit.ly/2VePuLP

Navarrete, S. (29 de marzo de 2021). El año de pandemia deja sin empleo a 218,000 personas en la CDMX. Expansión. Recuperado de: https://politica.expansion.mx/cdmx/2021/03/29/el-ano-de-pandemia-deja-sin-empleo-a-218-000-personas-en-la-cdmx

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