¿La calle es “de todos”?

Introducción

 

Viernes 5 de marzo de 2021, Ciudad de México, Colonia Villa Coapa, un poco después de que, lo que llamaron la segunda ola de la pandemia por la Covid-19, amenazara nuestras rutinas de nuevo.

Esta postal fue grabada desde la ventana de un departamento en el que me he recluido a lo largo del confinamiento pandémico. Decidí tomar la postal en movimiento desde la ventana como una metáfora del contacto que gran parte de nosotros tenemos con el mundo, pues cuando comenzó la pandemia y los urgentes llamados a guardar la cuarentena, nuestro espacio de vida fuera de la virtualidad quedó reducido a nuestras viviendas y lo que acontece a través de nuestras ventanas.

La sensación de preguntarme sobre las diversas maneras de vivir la pandemia llamó mi atención, pues mientras algunas personas renunciamos a salir de nuestra casa por miedo a dañar nuestra integridad, hay otras tantas arriesgándose física y jurídicamente —al tomar alcohol en la vía pública— para “regresar” un instante a esa realidad que se nos fue en 2020.

Esta postal trata de la relación entre ambos mundos y visiones; mientras hay personas reuniéndose en la calle sin ninguna clase de seguridad, hay otras que nos limitamos a permanecer “estáticos” desde la ventana: es una pandemia donde caben miles de formas de vivirla.

 

Contexto

 

En la primera semana de marzo de 2021, la Ciudad de México tenía el 55% de ocupación hospitalaria de pacientes con Covid-19, según la conferencia de prensa1 de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, quien entonces indicó que no se tenía certeza de que la reducción en el número de contagios u hospitalizaciones significara que la epidemia estuviera comenzando un descenso.

De esta manera, el llamado a los ciudadanos por parte de las autoridades era de prudencia y de evitar conglomeraciones de personas o reuniones innecesarias para evitar posibles contagios. Por otro lado, si bien los llamados de las autoridades giraban alrededor de la prevención, la situación económica de la capital del país no permitía ampliar un confinamiento riguroso, por lo que el gobierno citadino comenzó un programa de reapertura gradual que permitió abrir diversos comercios mercantiles y de servicios.

Esta postal en movimiento muestra un negocio ambulante colocado en la vía pública desde inicios de la pandemia en 2020, sin ninguna autorización o vigilancia del gobierno de la Ciudad de México. Estos establecimientos suelen ser tolerados en la mayoría de las ocasiones pues significan la única posibilidad de sustento para una gran parte de la población mexicana. La postal, captura a un grupo de personas consumiendo alcohol en un negocio informal nocturno ubicado en una colonia popular al sur de la ciudad.

Negocios como este han proliferado durante la pandemia, dando cuenta de la problemática económica que afecta al país. Este negocio, desde inicios de la pandemia, ha sido tolerado por las autoridades, tanto delegacionales como policiacas. No podemos decir que pase desapercibido: se encuentra a la vista de las patrullas, además de que la música emitida, generalmente, se puede escuchar a decenas de metros de distancia. Por si esto no fuera suficiente para hacerla visible, la carpa abarca una longitud de 15 metros ubicada en la explanada común de una zona de departamentos. Explanada donde antes se reunían los niños a jugar y ahora un conglomerado de personas la ocupa para beber alcohol.

Cabe mencionar que, si bien cuando se grabó la postal la ciudad se encontraba en un momento en el que el confinamiento comenzaba a relajarse, en ese momento únicamente se permitía que los restaurantes tuvieran un aforo reducido, además de operar en horarios no nocturnos para evitar festejos y convivencia que pusiera en riesgo la salud de los asistentes. Como parte de estas restricciones gubernamentales, los establecimientos legales de diversión nocturna y bares aún no tenían la autorización de abrir. Además, se había implementado Ley Seca, lo que involucra la prohibición de venta de alcohol de viernes a lunes.

En este contexto es destacable la manera en que un negocio ambulante se encuentra operando más allá de la media noche, cuando los restaurantes debían cerrar a las 7 de la noche, violando así cualquier normativa respecto al nivel permitido de música, consumo de alcohol y hora de cierre.

 

Discusión

 

En esta postal me interesa plasmar una convivencia que podría resultar familiar y cotidiana en diversos espacios de la ciudad, donde las personas no pueden satisfacer sus necesidades de divertimento y convivencia en negocios establecidos por razones económicas —y ahora también por restricciones sanitarias—. Sin embargo, esta postal da cuenta de cómo el espacio urbano comenzó a utilizarse rompiendo las restricciones gubernamentales establecidas a partir de la pandemia del virus SARS-CoV-2.

En relación con esta postal, quisiera plantear dos fenómenos: la reapropiación del espacio público y la relación cotidiana de los habitantes con las autoridades.

Respecto al primer tema, quisiera comenzar recordando que lo público y lo privado son una diferenciación establecida en la teoría política liberal como una oposición binaria. Por tanto, el espacio privado es aquel que debe ser cuidado y preservado del resto de las personas para hacer un uso exclusivo de las personas que el ciudadano desee invitar, mientras que el público es un espacio que nos pertenece a todos, pero si no hay un sentido de comunidad desarrollado se asume que no es de nadie. Enunciar que lo público es de todos y, por tanto, es de nadie, o viceversa, podría parecer un asunto obvio, pero las implicaciones dan cuenta de aspectos estructurales de cada sociedad.

En México, el espacio público suele encontrarse en un estado deteriorado en términos de higiene y cuidado, pues se asume que las autoridades son las encargadas de este y los transeúntes son solo turistas que caminan sin pertenecer. Es decir, el espacio no se cuida o se preserva porque es “de nadie”, en lugar de asumir que es “de todos” y, por tanto, también “es mío”. De pronto llegamos al centro toral del asunto, donde, en una sociedad hiperindividualizada como la de la Ciudad de México u otras urbes en el país y el mundo, la construcción de lo público en el ser social se encuentra muy reducido o colonizado por lo privado.

Así, el hecho de que las personas se encuentren conviviendo de una manera riesgosa en el espacio público, lo que contraviene el propio interés público, da cuenta de esta clase de relaciones sociales existentes en las ciudades donde muchas veces se apropia el espacio legalmente público para el ejercicio de necesidades que no pueden satisfacer en espacios privados por razones varias, entre las que destaca la prevalencia de viviendas precarias y condiciones de hacinamiento que resultan deficientes para el desarrollo óptimo de la vida.

Respecto al segundo punto, sobre la relación de los habitantes con las autoridades. En esta y otras colonias de la ciudad se observan conductas de riesgo e ilegalidad que van en contrasentido con los incesantes llamados de las autoridades de evitar esta clase de actividades, lo que nos lleva a preguntarnos por las razones y circunstancias en las que se construyen estas conductas.

Pensar en las razones por las que algunas personas no se ven interpeladas por las autoridades y deciden ignorar sus recomendaciones a costa de su salud y de aquellos que los rodean, nos llevan a plantearnos distintas respuestas, entre ellas, me llama la atención la legitimidad que tienen las voces de las autoridades en la vida de estos ciudadanos; mientras algunos ni si quiera están atentos de las noticias o los comunicados oficiales, algunos de los que sí, dudan o ignoran deliberadamente la veracidad de los comunicados.

Esto nos lleva a pensar que, para la vida de muchas de estas personas quizá los discursos de las autoridades solo sean un eco que resuena al fondo de una situación que no comprenden del todo y que los ha llevado a cambiar sus vidas y buscar nuevos espacios para seguir viviendo. Finalmente, quisiera mencionar la evidente brecha entre lo que la ciudadanía entiende como su interés propio y el interés público, se trata de una conducta manifiesta del pleno divorcio entre la ciudadanía y su ciudad.

 

Conclusiones

 

Esta postal en movimiento es ilustrativa para pensar en las diversas formas en la que algunos han vivido la pandemia. Por un lado, los enfermos en los hospitales, los panteones abriendo nuevas secciones, negocios quebrando y personas perdiendo sus empleos, y por otro, la crisis económica, los llamados y restricciones gubernamentales son solo el ruido de fondo para las personas que miran los acontecimientos únicamente como consecuencias incontrolables en sus vidas, mismas que buscan recuperar activamente sin importar las implicaciones, porque al final, es lo único que les queda.

Más allá de juzgar decisiones individuales, esta postal es una invitación a preguntarnos las razones por las que las personas deciden actuar en contracorriente con lo que se asume como lo deseable, lo seguro, lo racional. En el fondo de estos cuestionamientos deberemos encontrar una ciudad fragmentada donde gran parte de sus habitantes ha vivido con muchas dificultades y carencias, con restricciones a su libertad y muchos otros factores que persisten en una sociedad tan desigual.

Por tanto, quisiera llevar la reflexión a preguntarnos ¿cómo es que viven las personas que al iniciar el confinamiento simplemente no pudieron soportar una privación más? Cierro diciendo que, en esta pandemia, la calle es de todos los que decidieron que no podían soportar una privación más.

 

1 Videoconferencia de prensa 05/03/2021. Consultado en: https://www.youtube.com/watch?v=cyS6ZWcASeU&ab_channel=GobCDMX

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