Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

La experiencia de viajar es inseparable del proceso que la provoca. Al igual que sucede con el transporte, la experiencia de ir y venir a través de cualquier medio, aúna el proceso con el resultado de trasladarte. Son lo mismo. Este hecho hace difícil separar cualquier desplazamiento, tránsito, movimiento o traslado y, aún más si son prolongados y repetitivos. Como muchas veces, supone el abandono de los sentidos del viajero frente a los lugares recorridos, provoca la suspensión de la conciencia de sí. Sobre todo, a medida que el viajero se sumerge en el paisaje que corre antes sus ojos y dejando de (re)accionar con todo a su alrededor, se olvida de la realidad o se adormece.
De esta manera la experiencia de viajar se resume en algunos de esos instantes prolongados que se desproporcionan al viajar. Distancias, proximidades y frecuencias de los recorridos se perciben de otras maneas. Se distorsionan, se suspenden, se desconocen, quedan atrás. De esta manera, el sujeto se sumerge en sus percepciones, se olvida del resto de su realidad, quizá se enajena en el momento, se suspende del tren de su vida. Esta experiencia de abandono, quizá hipnótico, de los sentidos ante las formas sucesivas del paisaje, es asimilada, retenida e incorporada muy internamente y este es un sentir común.
Pero esta experiencia depende del sujeto tanto como del objetivo del viaje. Así como puede suceder que se vuelva propia la experiencia compartida con todos los viajeros de ese mismo viaje o de traslados anteriores/posteriores, puede ocurrir que no sea así. En estos dos casos, lo percibido es muy distinto: la serie sucesiva de lugares recorridos, lo hacen algo tan común, tan compartido por todos los viajeros y hacerlo una experiencia tan común como indiferente. A la mayoría de las personas les encanta viajar, todos asociamos la palabra viaje con disfrutar, relax, descansar etcétera. Es por eso, que se destacan eventos que se experimentan en viajes por carretera.
La gran ventaja de trasladarte por carretera es que reduces tus gastos, viajar en carro o en transporte turístico es mucho más barato que utilizar otro tipo de transporte. Experiencias que te sucederán al viajar por carretera incluyen por ejemplo: la libertad de idear de antemano tu itinerario o de no hacerlo y decidir las paradas que necesites antes de llegar a tu destino. Tienes privacidad en el transcurso del viaje. Aunque no siempre, por lo general viajas con personas que te agrada su compañía, ya sean familia o conocidos. Estos viajes compartidos fortalecen vínculos, lazos y convivencia, simplemente porque puedes convivir y conversar con los tuyos durante el trayecto.
De otra manera, si viajas en medios de transporte público, el trato con los demás, conocidos o desconocidos, cambiará en algunos aspectos. Conoces gente nueva yendo contigo a bordo, pero igual te rodeas de otros completamente desconocidos y pasas a formar parte, en conjunto con todos ellos, de esa masa anónima que viaja. Sean traslados cortos, incluso a pie, o a través de cualquier otro medio de transporte colectivo, sea en la carretera, por agua o por avión, inclusive conectado vía remota y a distancia, encuentras personas de lugares conocidos o desconocidos, con los que compartes, aun sin quererlo; y así, también, al viajar, tienes la posibilidad de aprender de otras maneras de actuar, pensar y de sentir.
Ya es un hecho que viajas casi sin límites. Sobre todo si viajas ligero o aun con maletas o de manera imaginaria o bien a través de las redes sociales y de los medios masivos de comunicación que ya te trasportan virtualmente prácticamente a donde quieras y con precisiones satelitales de unos cuantos centímetros de margen. Ya es muy común viajar sin equipaje y sin límite de lo que puedas “cargar” contigo. La experiencia de viajar, puede ser tan disfrutable como ansiosa. Ves y te recreas con el paisaje o te deleitas con música que te acompañe o puedes absorberte en tus pensamientos y hasta en las emociones que más te atrapan.
Como cada viaje resulta una experiencia única, esta experiencia siempre es desafiante. Te provoca, te incita a aventurarte porque se trata de experiencias que, por más conocido que sea el recorrido, cada vez se vive de otra manera. Viajar te trae al presente del sitio, a tus relaciones con todo y contigo mismo. Como entra en juego la parte activa de tus emociones, al viajar pones a prueba casi todo (aun en la quietud del traslado), la continuidad de lo que vives resulta distinta: suspendes y experimentas otros modos de comportarte, con distintos pensamientos, sientes de otra manera. Dar la oportunidad a esta experiencia interior que no es precisamente mística ni de arrobamiento, te sustrae del tren de la vida y te puede ofrecer otras perspectivas espontáneas, impredecibles, sugerentes y novedosas de las que estabas inconsciente.