Encarecimiento del suelo, vocabularios políticos excluyentes y estigmas sociales: diversos rostros de la desigualdad urbana

* Las ciudades son asaltadas por el capital inmobiliario en su afán por la máxima captura de rentas de suelo
* En los vocabularios políticos dominantes, la responsabilidad por los problemas urbanos recae sobre los trabajadores informales
* Los pobres urbanos internalizan su condición de inferioridad con lo que participan en la reproducción de la desigualdad

 

México, D.F., 22 de junio de 2015.- En la actualidad, el ascenso del capital inmobiliario es causa de una reconfiguración de las relaciones sociales urbanas dado su papel protagónico en los mercados de suelo. Dichos mercados son más desestructuradores que las condiciones de desigualdad social, afirmó Francisco Sabatini, investigador de la Universidad Católica de Chile.

El investigador señaló que el suelo urbano, recurso escaso pero indestructible, es el elemento clave para entender el fenómeno de la segregación, ya que, a partir de la captura de rentas de suelo, el capital inmobiliario genera nuevos patrones de diferenciación territorial. Asimismo Sabatini destacó que, en la resistencia de ciertos grupos a estos procesos, se encuentran formas de solidaridad que permiten construir bases para el activismo político.

Desde el ámbito de los imaginarios políticos, se encuentra que en el neoliberalismo los problemas sociales son reconceptualizados como problemas éticos individuales. En este sentido, en la ciudad de México se identifica la configuración de un discurso político dominante donde la informalidad es señalada como la principal causa del desorden urbano, afirmó Alejandra Leal, investigadora del CEIICH-UNAM.

A partir de sus estudios etnográficos en el Centro Histórico de la ciudad de México y la colonia Condesa, la investigadora identificó la configuración de un discurso colectivo en torno a la participación ciudadana que tiene como protagonistas a los individuos pertenecientes a las clases medias y altas, pero deja fuera a los trabajadores informales. “Vendedores ambulantes y franeleros son vistos como el principal obstáculo de la construcción de una ciudad ordenada”, son considerados como la antítesis de los ciudadanos modelo, aseveró la doctora Leal.

Desde una dimensión simbólica, existen desigualdades invisibles que se expresan en sentimientos de humillación y desprecio hacia los grupos subalternos. Dichas desigualdades son construidas a través de representaciones sociales compartidas que pueden estudiarse desde la noción de estigma social, señaló Guénola Capron, investigadora de la UAM Azcapotzalco.

En su estudio realizado con residentes de fraccionamientos, empleados y nuevos residentes de unidades habitacionales en Zona Esmeralda (Atizapán, Estado de México), la investigadora encontró que los espacios habitados por los empleados pobres son caracterizados por sus patrones como sucios, desordenados e inseguros. Por su parte, los mismos grupos populares comparten la noción negativa sobre sus espacios, con lo que internalizan su condición de inferioridad y participan en la reproducción de la desigualdad, afirmó la doctora Capron.

Estas reflexiones fueron hechas durante la mesa de discusión “Segregaciones y otredades urbanas. Las dimensiones espaciales y simbólicas de la desigualdad”, que se llevó a cabo en el marco del Seminario Las dimensiones de la Desigualdad, coordinado por Cristina Bayón y Lorenza Villa Lever, investigadoras del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

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