Ciencia colonial vs ciencia subalterna, pugna de paradigmas en la cumbre de Sharm Sheikh

Fotografía: cl a ra maría inés

El papel de los pueblos indígenas en la conservación de la biodiversidad, las relaciones entre biodiversidad y economía, y la producción de organismos vivos para realizar funciones ecológicas: ejes de la cumbre de Sharm Sheikh


La cumbre del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) constituye el espacio más importante de diseño e implementación de las políticas ambientales globales, sin embargo, se encuentra en medio de una intensa discusión entre los que buscan instaurar un modelo de ciencia colonial, basado en una relación de dominación, y quienes impulsan la ciencia subalterna, un brazo intelectual de la experiencia de comunidades indígenas y campesinas.

Los distintos grupos sociales tienen muy variadas relaciones con la naturaleza, pues éstas dependen de la cultura, “cada cultura tiene su propio desideratum sobre natura y, consecuentemente, tiene distintos valores, deseos, fantasías, conocimientos, objetivos, estrategias, relaciones y formas de uso de la naturaleza”, expresó Alberto Betancourt, académico en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La participación empresarial y su modelo neoliberal de conservación.

La entrada de grupos empresariales a la CDB, con sus propuestas de capitalismo verde (los más contaminantes y depredadores del mundo), está dando paso a relaciones de dominación y, en consecuencia, a que sean ellos quienes establezcan los criterios de lo que se debe conservar y cómo, expresó el académico.

“Existe un modelo neoliberal de conservación ambiental que se propone subsumir la naturaleza al capital y subsumir las actividades de conservación a la reproducción del capital. Convertir la conservación de la biodiversidad en un elemento de reproducción y ampliación del capital”, advirtió Betancourt.

Un ejemplo es El Fondo para el Medio Ambiente Mundial, GEF por sus siglas en inglés, que, a pesar de ser una de las principales instituciones financiadoras para la conservación de la biodiversidad, tiene como criterio la rentabilidad y su concepto básico es el de capital natural, refirió.

Dicha institución promueve un tipo de modelo desde arriba y desde afuera, universalista (que propone una cultura tiene que ser adoptado por otras), positivista y mercantilista (ya que plantea que se debe convertir a la naturaleza en mercancía y debe dársele un precio) y de ciencia colonial (una ciencia que llega a civilizar a los demás), explicó Betancourt.

“Este modelo no sólo convierte la naturaleza en mercancía y la fetichiza, también considera que los conocimientos indígenas son mercancías y está empeñado en aislarlos, fragmentarlos, automatizarlos, patentarlos y venderlos” opinó el académico.

Resistencias: un paradigma pluriculturalista y plurilocalista.

A pesar de que la cumbre estuvo básicamente dominada por la visión mercantilizadora, también hubieron gestos de resistencia. “Existe un paradigma de conservación desde abajo, que plantea la conservación desde una actitud dialógica entre culturas, la autogestión, el reencantamiento de la naturaleza (como ser sintiente), entre otras características”, señaló.

“El paradigma, impulsado por los pueblos originarios, movimientos campesinos y académicos vinculados al acompañamiento de los procesos comunitarios, ostenta una visión pluriculturalista y plurilocalista, promueve el comunalismo, el desarrollo económico basado en los valores comunitarios, el bienestar de la comunidad, y el empoderamiento” explicó Betancourt.

Concluyó su presentación reconociendo las resistencias de los defensores de los bienes comunitarios y las zonas de mayor riqueza biológica del mundo, pues “si existen lugares bien conservados ha sido gracias a los modos de vida, las prácticas y los conocimientos indígenas”.

Estas reflexiones se llevaron a cabo en el marco del seminario permanente Ecología Política y Estudios Socioambientales, coordinado por Elena Lazos Chavero, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Leticia Durand, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, Fernanda Figueroa, académica de la Facultad de Ciencias de la UNAM y Patricia Ávila, investigadora del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM.


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Prestadora de servicio social en el Departamento de Difusión del IIS-UNAM (marzo-septiembre 2019)

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